(272 páginas. 10,55€. Año de edición: 1998. 1ª edición: 1908) |
Esta novela de Baroja, que se incluye entre sus novelas de acción, no es más ni menos que una conjunción de peripecias en torno al fabuloso personaje de Zalacaín, un remedo del Cid, ya que sus aventuras, en este caso por el País Vasco y en otro tiempo, claro, me han recordado mucho a él, salvando las distancias: el carácter aventurero y su progresivo incremento de bienes lo acercan al héroe castellano, así como ese final que trata de mitificarlo.
A lo mejor las novelas de aventuras de sus admirados Verne, Dumas o Hugo participan de los rasgos de esta obra, el placer de contar y fabular como premisas, pero para mi gusto, el interés decae mucho por la presencia de personajes acartonados (empezando por el mismo protagonista) y de la tendencia a los pasajes inverosímiles.
Creo que el tiempo no ha pasado bien para Zalacaín, a lo mejor influido por la razón de que los hechos históricos en los que se basa, las guerras carlistas, ya quedan demasiado lejanas (aparte de que son un pálido y desdibujado trasfondo, mera excusa, vaya). Por eso no puedo entender que en algunos institutos propongan este libro como lectura obligatoria para nuestros alumnos.
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