(368 páginas. 18,50€, Alfaguara. Año de edición: 2008. 1ª edición: 1962) |
La muerte de Artemio Cruz, incluida entre las obras que tratan el tema de la revolución mexicana (aunque sólo es uno de los meandros por donde transcurre el río de la vida del narrador en tres personas diferentes, yo, tú, él, Artemio Cruz), posee la fuerza y el vigor de otros clásicos hispanoamericanos y pone a este autor entre los grandes de la literatura de este continente.
Sin embargo, no puedo considerar como redonda esta novela porque transita por momentos que no resultan auténticos, sino muy artificiosos. Te pierdes en hilaciones inconexas que tratan de asemejar el curso del monólogo interior más desbocado, en momentos descriptivos minuciosos. O si no te pierdes, te das cuenta de que la demostración formal que Carlos Fuentes propone tiene mucho de exhibición, de embellecimiento. Se gusta más a sí mismo que complace al lector. Te despegas un poco de la historia por culpa de saber que el autor está enhebrando metáforas, asociaciones de palabras sorprendentes o repitiendo estructuras que se repiten posteriormente.
Y en ocasiones, a pesar de tanta exhaustividad, resulta que detalles más simples se escapan del entendimiento, por culpa de algunas elipsis en la vida de Artemio que no se entienden demasiado bien, sobre todo si se contraponen con todos esos otros detalles tan pormenorizados.
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