El idiota. Fiodor Mijaïlovich Dostoievski. Editorial Juventud (2010)

(776 páginas. 13€. Año de edición: 1987. 1ª edición: 1869)
Esta larguísima novela, cuyo intrincado argumento gira en torno a Nastasia Filippovna (una joven bellísima, de mala reputación, muy torturada), Rogochin (uno de sus pretendientes) y, sobre todo, el príncipe Mishkin (el idiota), deja un poso demasiado amargo, pero la vida muchas veces es así y no por ello dejamos de afirmar su belleza.

El genio de Dostoievski, que se sale por la tangente ofreciéndonos un final nada amable ni previsible, se demuestra en cada página, en la manera de sostener una obra que en sí no parece ofrecer mucho juego (un caballero que regresa a la patria, Rusia, tras una larga convalecencia de una enfermedad mental, y que alterna con algunas personalidades de San Petersburgo, se ve envuelto en un par de intrigas matrimoniales, con la ya citada Nastasia, y con la joven e impulsiva Aglaya). Poco argumento y, sin embargo, los juicios, reflexiones y retratos de cada uno de los personajes son tan completos como profundos, por no hablar del certero retrato del ambiente social de la Rusia del momento, empobrecida y sometida a las trivialidades y la bebida.

La paradoja del protagonista central es su consideración de idiota no por los ataques epilépticos que a veces sufre y que le imposibilitan en su manera de comunicarse con los demás, sino por su extrema bondad. Es, digamos, una variante de la locura de don Quijote (citado en varias ocasiones), cómo choca el ideal con la realidad, con la sociedad.

Pero lo verdaderamente importante es el entretenimiento que produce esta lectura, sobre todo gracias a la inmensa habilidad narrativa de insertar diálogos de una manera tan prodigiosa y cercana. Cada personaje está caracterizado según su forma de expresarse y se ve la habilidad en la frecuencia y longitud de dichos diálogos, que nunca producen sopor o aburrimiento.

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