(256 páginas. 7€. Año de edición: 2000) |
Carreteras secundarias es una novela con un narrador adolescente que accede a la madurez de la mano de su padre, un hombre al que las circunstancias (y también su inconsciencia o su inadaptación a la vida de hombre de negocios) ha arrojado a las carreteras secundarias. Diversas pequeñas historias conforman esta pequeña pero entrañable relación padre e hijo.
Lo mejor de la novela, sin duda, es esa 1ª persona, ese narrador protagonista, Felipe, a quien Martínez de Pisón, con una gran habilidad y psicología, ha sabido dotar de una indudable humanidad y personalidad propia, como si hubiera sido escrito esta obra cuando tenía esa edad, o recordara lo que pensaba y sentía con dieciséis años.
Otro de los aciertos de la novela es que logra transmitir un aroma de autenticidad. Hay pasajes que despiertan en el lector la sensación de que lo que te están contando ha sido vivido en 1ª persona. Por ejemplo, los pasajes de Zaragoza, la base aérea norteamericana. Podríamos apostarnos una cena a que el propio Martínez de Pisón se encargaba de recoger bolas de golf allí.
La trama avanza tranquila pero imparablemente, en dirección desconocida. ¿Y ahora qué?, te preguntas al cabo de alguna peripecia. "Hay que seguir", te responden de inmediato. La inflexión viene cuando al padre lo arrestan y Felipe queda cobijado con la familia paterna: su abuela (madre de su padre) y su tío (hermano de su padre), ricos, de buena posición, en un primer momento ciegan a Felipe, ansioso de una vida normal. Enseguida no se reconoce en ese ambiente. A la salida de la cárcel de su padre, ya nada es lo mismo.
Quizá el final es un poco abrupto, pero la historia que el narrador quiere contar es la suya con su padre, comparada en algún momento con la de Quijote y Sancho. Y tal vez profundizar en esa relación forzando alguna escena lacrimógena o sentida hubiera arruinado la historia. Otro punto negativo, quizá por parecerme un poco forzado, es cuando el narrador se acuesta con la hermana de la chica de la que se ha enamorado. Sucede tan deprisa y sin explicaciones que esa etapa de aprendizaje parece encajada con calzador.
Pero por lo demás, tanto por lo fluido y el estilo tan directo y apelativo y por todo lo que ya he referido antes, hacen que pasemos una amena y sentida (aunque eludiendo de forma directa los sentimientos) lectura.
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