(384 páginas. 6€. Año de edición: 2009) |
¿Otro libro más sobre vampiros? Sí y no. Uno de los personajes principales, Bill Compthon, es, efectivamente, un vampiro, pero por lo demás cualquier coincidencia con el imaginario vampírico tradicional es pura casualidad. Y es que la autora establece una novedad: los vampiros "han salido del armario", al menos en el Sur de EEUU, gracias a un prodigio de adelanto científico de Japón, que ha creado la sangre sintética, comercializada y que sirve de sustituto de la sangre humana tomada al modo más... salvaje. Además lo vampírico no es lo único que centra la atención, puesto que lo principal es el personaje de Sookie Stackhouse, una camarera muy peculiar: es capaz de leer la mente de todo aquel que se le acerque (excepto el vampiro Bill, de ahí que sea irremediable entre ellos el romance).
No hay que buscar muchas trascendencias en esta lectura ligera, salvo pasárselo bien con los numerosos momentos humorísticos que tiene la novela y esta manera irónica y desenfadada de recrear el motivo vampírico (y más viniendo de leer la mojigata saga de Crepúsculo, ya que aquí lo sexual no sólo no es un tabú, sino que es uno de los pilares).
Además, la serie de televisión True blood, con Anna Paquin en la piel de Sookie, es otro aliciente, aunque pronto la serie y el libro tienen puntos divergentes y son bastante complementarias.
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