Season 2 (13 capítulos: 06/10/11 - 19/93/12. AMC) |
(Contiene spoilers)
Más allá de la polémica acerca si esta segunda temporada ha sido mejor o peor que la 1ª (lo cual, indirectamente, habla de si el recorte presupuestario que se anunció para esta serie ha terminado afectando su calidad), lo que hay que reflexionar sobre esta serie es acerca de su género: si se trata de una serie de terror, puede que no cumpla sus objetivos, aunque los puñeteros caminantes me peguen más de un susto (sobre todo en esas escenas donde no pasa nada y a fuerza de que no pase nada estás esperando que algún monstruito de estos feos aparezca de la nada y arañe o muerda a alguien); si se trata, en cambio, de una serie que va más allá de las escenas gore con zombies destripando seres humanos, del puntual salto en el sillón cuando de pronto una horda de asquerosos monstruos con la mandíbula desencajada está rodeando a los protagonistas, esta serie tiene mucho que decir.
Yo creo que esta segunda temporada ha tratado sobre todo de eso último. Salvo los dos últimos episodios, la acción ha sido más limitada y el ritmo lento y pausado ha sido la constante. Se trata más de ver qué salida tienen los personajes que de la mera supervivencia. La serie plantea temas muy interesantes: ¿merece la pena vivir en esas condiciones? ¿Hay que imponer la violencia a aspectos más humanos? ¿Los humanos supervivientes son peores incluso que los caminantes? Shane representa el todo vale, mientras que Rick aún se plantea si ese cualquier precio es un peaje demasiado costoso. ¿Cuál es la ruta más apropiada?
Si no resulta interesante ese viaje introspectivo a la psicología de los personajes en una situación de epidemia excepcional donde la supervivencia es el eje central, entonces no sé qué tipo de ficción va a poder plantear temas así. Vale que el ritmo ha sido a veces exasperante y la casa de Hershel parecía la casa de la pradera, algo que contrastaba en demasía con el apocalipsis circundante, y parecía imposible que no pasara nada. Pero a partir de lo de Sofía, cuando aparece en el granero junto con los otros caminantes, el vuelco ha sido importante, como un antes y un después.
Al salvar a un chico de una muerte segura (tras la espantada de Hershel a beber a un saloon con reminiscencias de indios y vaqueros) y llevárselo a la casa de Heidi, los encontronazos entre los dos expolicías llegan a un límite insostenible. Y eso que la resolución inevitable de cargárselo (uno no entiende entonces el arranque compasivo que tuvieron) para que no pueda dar pistas al otro grupo de humanos que merodea por ahí parecía ponerles de acuerdo, para espanto de Dale, que se queda como única voz de la conciencia (y por tanto se puede interpretar su muerte como algo más que un personaje menos). En ese punto las cartas de los personajes se ponen cara arriba: a Shane no le vale el papel gregario y necesita quitar de en medio a Rick porque le aparta de lo que más quiere: de Lori y Carl (yo si fuese Rick, se los cedía, porque vaya par de estúpidos). El egoísmo antecede a cualquier situación de emergencia.
La descompensación, sin embargo, entre unos y otros personajes es algo que aún no se ha conseguido equilibrar. Rick es casi omnipresente, mientras que el resto oscila en términos muy distintos: T-Dog es un claro candidato a ser el siguiente cliente de los caminantes, una vez que los familiares de Hershel que no sean Maggie o Beth (de quien es de suponer adquirirá más relevancia) ya han caído; Carol pide a gritos un mordisquito de un mandíbula desencajada o un meneo por parte de Daryl, uno de los pocos interesantes, aunque solo sea por su manejo con el arco de flechas; Glenn está como desdibujado a pesar de su relación con Maggie, que está reubicándose después de lo del granero, así como Hershel, que se hace a un lado delegando en Rick; es de suponer que Andrea (una de las más impredecibles) vaya por su parte ahora que la han dejado tirada y se ha encontrado con quien parece un personaje importante de la versión en cómic.
El panorama se ha visto muy concretado en ese final un tanto abrupto (no se entiende bien cómo de repente un centenar de caminantes aparecen en la granja, por más que un helicóptero sobrevolando Atlanta revuelva el avispero): Shane por fin está fuera de juego (cada vez estaba más desbocado) y Rick impone la dictadura para sobrevivir. Los tiempos de la fe y del optimismo parecen haber muerto, una vez que parece que no hay cura para la infección (es más, es muy relevante saber que todos están infectados, aunque el tránsito a la vida zombie parece que de momento llega o una vez mordido o una vez muerto), así que es de esperar una tercera temporada aún más descarnada e inmisericorde.
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