Año: 2011. Showtime |
(Contiene spoilers)
El descubrimiento del año. Homeland, que a priori no era de las que concitaban la mayor atención en cuanto a su estreno, se ha ganado por derecho propio el ser considerada la serie revelación (como mínimo) del año, si no ya la mejor serie del año.
La historia que cuenta es la siguiente: un marine de los EEUU, el sargento Nicholas Brody (Damian Lewis), es rescatado ocho años después de darlo por desaparecido en Irak. Este hecho coincide con la revelación que un confidente en Irak de Carrie Mathison (Claire Danes), agente de la CIA, le ha hecho llegar: un soldado de los EEUU se ha cambiado de bando. Aunque el inicio de la trama parte de Irak, luego nos trasladamos a Washington.
¿Con qué ingredientes cuenta esta soberbia serie?: terrorismo internacional (muchas referencias al 11-S), intriga, relaciones de diverso tipo (la familia prototipo que de pronto recupera al marido o padre perdido; la relación imposible ente un alto cargo de la CIA y su esposa; la platónica primero y pasional después entre la propia Carrie y Brody...), unas dosis de prejuicios lanzados hacia el espectador (ves rezando a Alá al prota y lo tildas de terrorista de inmediato) y un sinfín de detalles, matices y diálogos con doble sentido que demuestran la riqueza de un guion que mueve muchos hilos y que no duda en jugarse el tipo atacando figuras como políticos que mienten a la opinión pública para ganarse votos.
La principal baza de la serie, sin duda, es la fuerza de los dos protagonistas: tanto el lleno de matices Brody, de quien no se sabe si es un traidor o una víctima que se ve inmerso en un entramado de alabanzas y festejos para aprovechar su tirón como héroe de guerra; como la tenaz y a la vez endeble Carrie, una mujer volcada con su trabajo y que no duda en servirse de su amistad con Saul Berenson (Mandy Patinkin), jefe de división de la CIA en Oriente Medio y antiguo jefe de la propia Carrie, y que oculta al mismo tiempo una dolencia psíquica grave (un trastorno bipolar). Tanto Claire Danes como Damian Lewis conforman una pareja interpretativa de altos vuelos, con una enorme riqueza de matices, por no hablar de la química que se establece cuando están juntos.
Eso no quiere decir que los secundarios no estén a la altura, ni mucho menos, cada uno en sus ámbitos: así, Jessica Brody (la cautivadora Morena Baccarin, la malísima Anna de V), ve trastocados sus planes: después de esperar en vano el regreso de su marido, se ha enamorado de Mike Faber -Diego Klattenhoff-, capitán de los Marines y mejor amigo de Nicholas, y estaban a punto de comunicárselo a sus dos hijos, Chris (de momento más bien repelente) y Dana (ya en la problemática fase adolescente, está estupenda Morgan Saylor). Aunque intenta retomar la relación con su marido, la cosa no resulta fácil, tanto por lo que siente por Mike como por el propio Brody, cuyo estado de ánimo no es el más idóneo para reestablecer la relación familiar.
El ya citado Saul Berenson, para mi gusto el tercer mejor actor de la serie (su voz preludia los "previously" de la serie), cuyo matrimonio hace aguas y su vocación no es tan firme como la de su pupila Carrie, con quien tiene un distanciamiento y a quien luego trata de proteger cuando se entera de su enfermedad; David Estes (David Hareewood), director de la CIA y que mantiene una relación más que tensa con Carrie, puesto que ella no mira en ningún momento sus pretensiones de ascenso; incluso el temido terrorista Abu Nazir demuestra tener dobleces, puesto que no es un terrorista sin más, sino que sus planes también obedecen a propósito de venganza (o eso parece o le hace creer a Brodie).
Los 12 episodios apenas desfallecen, si bien hacia el 4º ó 5º, sobre todo después de que la CIA al final acabe desmontando el dispositivo de seguimiento a Brodie, el ritmo baja un tanto, para luego retomar con inusitada fuerza hacia un final pleno de giros (quizá el componente menos verosímil) y de acción (bombas que estallan, atentado que se frustra en el último instante). Es tan redonda esta primera temporada que algunos seguidores preferirían que no hubiera una segunda temporada, aunque cabe esperar lo mejor por parte de unos guionistas que nos han deleitado de momento.
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