Tú. Charles Benoit. Noguer

152 páginas. 9,95€.  Año de edición: 2011

Interesantísima novela que, a pesar de dirigirse al público juvenil, perfectamente podría extender sus alas a cualquier tipo de público. Por temática, en efecto, nos encontramos con la vida cualquiera de un adolescente cualquiera. Lo interesante es la profundización psicológica de este chico, Kyle Chase, de 15 años, que acaba de empezar el curso de 4º ESO en un instituto de secundaria, el Midlands, porque no le dio la nota para ir al Odyssey, de mayor prestigio, donde muchos de sus amigos de la infancia han ido a parar. Es norteamericano, pero sus dudas y temores son universales: el temor a fracasar, la incertidumbre de lo que deparará el futuro, la incomprensión de los adultos, la imposibilidad de comunicarse. Esa profundización no es frecuente verla en muchas obras juveniles.

Es difícil que alguien en esa edad no se sienta identificado con Kyle, enamorado de Ashley, adscrito a una especie de banda caracterizada por llevar el pelo largo y vestir sudadera (y no salir de un limitado vestuario a base de tejanos desgastados y camisetas negras), enganchado a la videoconsola, obligado a parecer mayor (bebiendo como el resto, diciendo tacos como el resto, saliendo los fines de semana hasta las tantas aunque no se sepa divertir como el resto), atrapado en el papel de rebelde del que no puede desprenderse (salvo cuando habla con su hermana de 5 años, Paige: "No te das cuenta de que tu voz cambia cuando hablas con ella"), ofuscado por no estar estudiando donde podría y al mismo tiempo no hacer nada para mejorar (está bloqueado), con una rabia dentro que le hace estallar su puño absurdamente contra paredes, cristales o personas que se le enfrentan ante el más mínimo desencadenante, desorientado en casi todas las decisiones que debería tomar (sobre sus amigos, sobre sus aficiones, sobre sus reacciones...), descolocado en el instituto y en su propia casa...

No todo lo que le ocurre a Kyle se debe a su pasotismo o su indiferencia o a sus decisiones desacertadas. En buena parte, se nos muestra que buena parte de los problemas se deben a la incomprensión y a la falta de apoyo y de ayuda de los adultos que lo rodean. Kyle está deseoso de una figura que lo comprenda y arrope, pero no la encuenta: su padre apenas cruza con él dos palabras (y siempre imperativas); su madre le abruma con todo lo que debería hacer y no hace (arreglar su habitación, no pasarse tanto tiempo con el ordenador, hacerse un currículum, buscar trabajo...); cuando por fin se decide a realizar una entrevista le falla el que parecía que estaba dispuesto a darle el trabajo; y, para rematar, la mayoría de los profesores le demuestran un egoísmo o una estrechez de miras que al inteligente chico no le pasa desapercibido. Nadie parece dispuesto a echarle una mano para salir de esa espiral autodestructiva en la que se encuentra metido.

Se entremezclan párrafos largos con oraciones cortas, líneas casi sueltas, como las del inicio. Escenas más o menos largas o desarrolladas alternan con otras más breves, a modo de píldoras, como en la página 26, con el "decálogo de cosas que tus padres te dicen". A lo largo del libro, como una especie de recurrencia y a modo de leitmotiv o de pista, se nos explica de manera diversas "Cómo te hiciste la cicatriz que tienes en la palma de la mano" en el autobús (Parte 1. La versión oficial, pág. 25; Parte 2. Lo que le contaste al psicólogo del instituto, p. 60; Parte 3. Lo que le contaste a Ashley en clase el lunes, p. 104; Parte 4. La verdad. "Elegiste olvidarla", p. 138).
Sin embargo, y a pesar de ser una novela corta, no es una lectura fácil. Su estructura in medias res (casi extrema res, no deja de ser casi el final la primera escena) puede resultar algo compleja para aquellos sin hábito lector. Empezamos por el final, por una escena confusa y llena de sangre, con una interpelación directa a un tú que es el propio protagonista:
Tanta sangre te sorprende. (...)
No puede ser culpa tuya.
Pero ¿y toda esa sangre?
Así que quizá sea culpa tuya, pero eso no arregla nada.
Y de hecho, no importa.
Piensa.
¿Cuándo empezó a torcerse?

Y se enumera una serie de sucesos y personajes que luego serán narrados: entrar clandestinamente "aquí", una fiesta, Zack, Ryan, Max o Derrick, Ashley. ¿Cuándo fue, cuándo empezó todo a torcerse? "Antes de que empezaras 4º de ESO". Y entonces viajamos atrás en el tiempo, justo al inicio de curso, aunque en el curso de los pensamientos de Kyle retrocedemos más atrás todavía. Avanzamos a saltos, muchas veces con acciones ya en marcha, aunque ahora se siga un orden lineal, y en determinados momentos el narrador nos recuerda que estamos en un flashback y por tanto están permitidas algunas aseveraciones (o, más bien, admoniciones) de cara al futuro: "¿Si hubieras sido tú quien hbuiera dejado cerrarse la puerta con un doble clic, habrían cambiado las cosas?" (p.20), "Eso sucederá dentro de unas semanas" (p. 21), "Más tarde, se hablará de lo que llevabas puesto" (p. 129).

El otro elemento que puede dificultar la lectura es esa 2ª persona que es una especie de proyección del yo de Kyle y a la vez un narrador que mira desde fuera y le habla (o recrimina) a ese personaje protagonista. Le incrementa la intensidad, te hace ponerte cara a cara con el destino del protagonista como si fueras tú mismo, pero puede producir confusiones.

El aspecto más cuestionable de la novela es el personaje de Zack McDade, un provocador nato, inteligente, creativo, contestón, egoísta, con una autoestima y una confianza en sí mismo inauditas para un chico de esa edad, un líder que disfruta manejando a quienes le rodean a su antojo para mitigar su aburrimiento, dañino. Demasiado dañino. Disfruta metiendo en dedo en la llaga de las debilidades ajenas y hurgando. Es sin duda el elemento más inverosímil (casi todas las escenas suyas lo son: cuando graba a Jake el deportista, sus contestaciones en clase de literatura, en la fiesta, cuando se cuelan en la escuela para que Kyle orine en la taquilla de Jake...), pero al mismo tiempo es catalizador de las tramas que dirigen a Kyle a su situación final. En un diálogo forzado, pero necesario para cerrar de forma circular la novela, encontramos la clave:
-Yo nunca te dije lo que tenías que hacer, nunca digo lo que deben hacer los demás. Sugiero, doy oportunidades y las presento de manera atractiva, pero al final cada uno toma sus propias decisiones equivocadas.
 Es demasiado poco esa pega de Zack (que recuerda a los malos trastornados de las películas malas de los sábados y domingos) para no recomendarla. Mañana mismo leeré algún fragmento en clase y les hablaré de ella para que tengan en cuenta esta novela en su lista de lecturas.

En Planetalector, puedes acceder a varias reseñas, un vídeo de youtube (si consigues que funcione, yo no he podido) y una guía de lectura.

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