La última novela de Javier Marías, de 460 páginas, llega después de la obra maestra Tu rostro mañana y, por desgracia, no tiene el pulso ni la fuerza que caracterizaron los tres volúmenes que integraron una trilogía que no era tal, sino un libro publicado en tres partes. Es decir, se puede hablar de libro fallido (empezando por un título un tanto inexpresivo), por más que estemos hablando de uno de los mejores (por no decir el mejor) escritores de la actualidad. En este libro, incluso los puntos fuertes de Marías (ese ritmo tan peculiar suyo, esos rodeos, esa morosidad, ese detallismo extremo) se hacen tediosos, impostados, innecesarios.
Por más que el escritor nos tenga acostumbrados a mantenerse, como un funambulista sin red, en un extraordinario equilibrio sobre la delgada línea de una anécdota superflua y casi inexistente, Los enamoramientos demuestra que no siempre eso es posible y te hace ver que las disquisiciones, los rebuscamientos y el puntillismo de Tu rostro mañana estaban cimentados sobre la inexistente (en apariencia) anécdota, que a la postre resulta un acierto: el protagonista trabajando en una especie de agencia de investigación basada en la observación. Podría reducirse a 20 páginas la trama principal, pero ese sustento era apropiado, necesario, interesante.
Esto no ocurre en Los enamoramientos. Ese armazón (también adelgazado, por supuesto: de hecho, la acción no se inicia pasados unos cuantos cientos de páginas, si es que llega a iniciarse en algún momento) es un tanto ridículo: la narradora, María Dolz, que trabaja en una editorial, observa casi a diario, antes de entrar a trabajar, a una pareja que representa para ella el prototipo de la felicidad. Pero el marido, Miguel Desvern o Desverne (no se tiene claro cuál es el apellido real) aparece apuñalado por un mendigo enajenado. Hasta ahí bien, así como las disquisiciones sobre el optimismo que infunden determinadas parejas, o sobre la pérdida del ser querido, el dolor, el duelo, la superación. Pero entonces viene el enamoramiento de María (Javier Marías, en realidad, en ningún momento consigue la verosimilitud para la voz de este narrador, no dejamos de ver al autor, a la voz de otros libros anteriores): el amigo de Miguel y su esposa, Luisa (el autor juega, esto sí que con indudable acierto, a hacer aparecer personajes que ya formaron parte de otras obras, aunque aquí parece que no se trata de la Luisa de otras veces, simplemente le gusta el nombre y lo repite), Javier Díaz-Varela, que trata de dar consuelo a la viuda, aunque aspira a ser el relevo de Miguel.
María se entera del rocambolesco plan de Javier a raíz de la visita nocturna del chulesco Ruibérriz de Torres una noche en que estaba en su piso y aquí es cuando definitivamente se desmorona por completo la aspiración de toda ficción por aparentar ser real. Claro que los motivos que se descubren al final son tan desagradables que ni esto importa. ¿Que se lee incluso con facilicidad esta obra? Estamos ante un gran narrador. ¿Que el empleo de ese narrador en 1ª persona, tan alejado del omnisciente, es la mejor manera de acercarse al relato de algo que es difícil de aprehender en su totalidad? Otras veces está mejor conseguido (antes se justificaba, a través de la poderosa memoria del narrador-protagonista, que pudiera citar casi palabra por palabra cualquier diálogo mantenido con otras personas, pero ahora que María sea una superdotada y sea capaz de parafrasear en estilo directo los extensos y cultos -y pedantes- discursitos de Javier, rechina cuanto menos un poco). ¿Que de nuevo consigue otro inicio memorable? Simplemente con citarlo es evidente:
La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida...
De todas maneras, he tenido la sensación de que la historia se iba desinflando por momentos. Después de ese poderoso comienzo, cuesta aceptar la desembocadura final.
En fin, para compensar esta reseña un tanto crítica, en este enlace se profundiza con mayor profundidad y más elogio en la obra.
(19,50€)
(19,50€)
Comentarios