(Netflix. 8 episodios: 11/01/2019) |
Contiene spoilers
Lo que podría parecer otra serie más con adolescentes y sobre adolescentes, gracias al enfoque elegido y a unos personajes muy interesantes, además de la siempre estimulante presencia de Gillian Anderson.
¿Cuál es ese enfoque elegido? El sexual. Porque aunque es un tema omnipresente en cualquier serie (no solo de adolescentes), en realidad no se basan en eso, sino que es el elemento para engancharte. Todo el mundo piensa en sexo, muchos basan sus vidas en lo sexual, pero al mismo tiempo sigue siendo uno de los principales tabúes en la sociedad. Utilizamos eufemismos para referirnos a los órganos sexuales, nos rechina la palabra utilizada para practicarlo, y las disfunciones o variantes son tantas que se ocultan bajo una capa de silencio abrumador.
Algo así le pasa a nuestro protagonista, Otis Milburn (Asa Butterfield), un chico más bien apocado y tímido, de los que pasan desapercibidos porque el promedio de su normalidad es la característica más destacada en él. Su mejor amigo es todo lo contrario a él: Eric (Ncuti Gatwa) es extravertido, desenfadado, llamativamente alegre y chillón, como su propia ropa, que nada tiene que envidiarle a la de Ágatha Ruiz de la Prada.
Si relatamos el nudo central del problema de Otis, nos encontramos con que es de índole sexual e íntima: el chaval no puede finalizar cuando se masturba, y ya veremos que se trata de un trauma relacionado con el divorcio de sus padres, dos terapeutas especializados en la sexualidad. En concreto, atestiguó una infidelidad del padre, Remi Milburn (James Purefoy apenas se deja ver en dos episodios), algo que condicionó las relaciones con su madre, la bastante extravagante Jean Milburn (la antes mencionada Gillian Anderson), una coleccionista de amantes y alguien sin pelos en la lengua cuando aborda los problemas de su hijo), además de bastante metomentodo en sus asuntos.
Aparte del bloqueo de Otis cuando intenta autosatisfacerse, no puede faltar el componente romántico. La chica en cuestión es Maeve Wiley (Emma Mackey), popular en el instituto pero por una difamación sexual, algo que de todas maneras no afecta mucho a esta chica independiente, inteligente y segura de sí misma cuya vida personal es complicada, con un padre desaparecido, una madre drogadicta y un hermano mayor que tampoco está con ella en una especie de camping de caravanas.
Maeve necesita dinero y ve en Otis la posibilidad de ganarlo. Casi por casualidad, observa la habilidad del chico al aconsejar al bala perdida Adam Groff (Connor Swindells), hijo del director y acosador de Eric. Adam resulta tener un miembro bastante grande y le crea complejo, algo que no le ayuda en sus relaciones con Aimee Gibbs (Aimee Lou Wood). El resultado del consejo no es todo lo favorable que esperaría, pero el negocio de los consultorios sexuales poco a poco va encarrilándose.
Empezamos casi siempre los episodios con alguno de los compañeros del instituto y al mismo tiempo evolucionaremos en las tramas más convencionales de amoríos y desamoríos. Maeve empezará a salir con el delegado del curso, el responsable y deportista (nadador) Jackson (Kedar Williams-Stirling), de quien se espera que decepcione a la marginal muchacha, pero no llega a hacerlo, aunque se ve que Otis y ella han evolucionado en su progresiva amistad.
Buena culpa de que me haya gustado más de lo que me esperaba esta serie la tiene el exuberante personaje de Eric, muy seguro en su homosexualidad pese a las reticencias de su padre, el serio y resignado Mr. Effoing (Deobia Oparei), padre también de unas cuantas hijas más. Cuando la amistad con Otis se tambalea y sufre un ataque homófobo, los espectadores sufrimos al no ver la luminosa y contagiosa sonrisa de este chico. Como bien me apuntó Irene, sonríe con toda la cara.
Otros temas están presentes, como las siempre difíciles relaciones entre padres e hijos. La más problemática, la de Adam y su padre, el serio y severo Mr. Groff (Alistair Petrie), algo que explica la actitud displicente y errática de este chulito desconectado de la vida académica.
Casi todos los secundarios están bastante bien perfilados, como la pandilla popular y pija, formada por el otro homosexual declarado del centro, Anwar, y las relamidas Ruby y Olivia (además de Aimee). Ruby se caracteriza por vapulear incluso a sus más allegadas, una forma de proceder por otra parte bastante habitual (en estas edades y también entre más adultos), la profe de literatura Miss Sands (que no deja de creer en el talento de Maeve) o la obsesionada con el sexo Lily (Tanya Reynolds), el fontanero Jakob que atraerá mucho a Jean y su hija Ola, interesada en Otis.
Quizá el elemento que menos me gusta es la excesiva duración de los episodios (45 minutos), porque la serie incide sobre todo en la comedia, y quizá lo más flojo sea la típica disyuntiva de si Otis y Maeve acabarán juntos o no. El personaje de Eric, de todas formas, compensa esas carencias.
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