The Fall. Temporada 3


(BBC. 6 capítulos: 25/09/2016 - 28/10/2016)
Contiene spoilers

Una gran serie requiere de un gran final, y de eso se trataba en la temporada final, la del cierre del caso del asesino Paul Spector en Belfast. La temporada 2 acababa en un tiroteo en el bosque, justo después de encontrar con vida a Rose Stagg y herían al fetichista y misógino Spector.

Obviando aspectos inevitables como el crecimiento de Olivia por culpa de los casi dos años entre las temporadas, que en apenas 10 días sufre un estirón de campeonato, y aunque iniciamos con un ritmo  bastante lento, casi más que al inicio de la serie, pronto volveremos a las constantes habituales.

Dichas constantes no pasan por la detallada operación quirúrgica de Spector, ni sus cuidados intensivos, ni por el túnel en el que transita mientras los médicos tratan de salvarle la vida, aunque ayuda un personaje que se convertirá en el secundario de referencia, el doctor O'Donnell (Richard Coyle, que me sonaba y no sabía de qué, y resulta que es el padre Faustus de Sabrina). Dirige el cotarro en urgencias con determinación pero sin arrogancia y encima se lleva bien con Stella Gibson. Su cuestionario en la sala de espera justifica su presencia en la temporada.

Todo lo contrario que la enfermera que asignan a Spector, Kiera Sheridan (Aisling Bea). Y no es porque sea morena y no se entiende que se la asignen a alguien como un peligroso asesino, ni porque tengan a Rose Stagg (me encanta su voz, por cierto, uno de los matices que en la versión doblada se perderían) en la misma planta, casi al lado, ni siquiera porque ni le tengan esposado. No. Es porque la chica es gilipollas, sintiendo compasión por alguien que no la merece, extremando su cuidado y atención por encima de lo que su código de profesión requiere. Me parece bien ese debate implícito de que debes ser profesional aun en casos tan extremos, pero creo que este personaje añade connotaciones que luego tiran más por lo religioso que por lo sentimental, como demuestra la nota en el billete, hablando del amor como medio de superar la muerte.

Paul Spector juega perfectamente a poner carita de niño bueno y más si añade un efectista truco: ha perdido (convenientemente) la memoria más reciente, en concreto la de los últimos seis años. Así que tocan análisis, tacs, psiquiatras y demás para dirimir hasta qué punto dice la verdad o, como apunta la casi inefable Stella, es todo mentira (como parecen apuntar esas casi imperceptibles sonrisas cuando nadie le ve).

Que le funcione una y otra vez el numerito habla de sus magníficas dotes como actor, pero sobre todo de la frágil memoria de la sociedad, de esa capacidad de interceder por quien no se lo merece, casi siempre motivados por una cara bonita o un cuerpo escultural. El culto a la belleza por encima de otras cualidades llevan a perdonar a un padre que ha dejado en la estacada a sus dos hijos, por no hablar de la catatónica Sally Ann, que, aún en shock y más con la incriminación penal de la policía (a pesar del consejo de retirarle el cargo por parte de Stella), está a punto de cometer un parricidio en su intento de suicidio. 

Volverá a equivocarse el psiquiatra de la institución a la que envían a Spector, el doctor Larson (Krister Henriksson), otro que ignora las advertencias de Stella y casi le costarán la vida. Lo siento, pero no me da pena, como tampoco me la da la más marginal (por fortuna) Katie Benedetto, casi una nota a pie de página en esta temporada, como los agentes Glen Martin y Gail McNally, al menos presentes, no como la forense Kalinda (que tampoco pintaba demasiado ya, por otra parte).

Por suerte, las investigaciones no las dirige el pusilánime Jim Burns, sino Stella, que redobla sus esfuerzos y el de su equipo para cerrar de la mejor de las maneras el caso contra Spector. Hace bien, porque el abogado Healy (Aidan McArdle) que le encuentra su esposa entronca con esa morralla que da tan mala fama al cuerpo de los "defensores de la ley": enmarrona y mete mierda para ver si me enriquezco, que la verdad es secundaria. Patético.

Pese al inicio un tanto flojo de la temporada, pronto volverá a seducirnos el ritmo hipnótico de esta serie, al son de la seductora Gillian Anderson. Tom Anderson encuentra una falla en esa estrambótica "defensa" que se ha sacado de la manga Spector, investigando un crimen más de los que se le atribuyen, justo antes de ese periodo de amnesia. Resulta imponente la escena en la que Stella pone punto y final a la charada y deja a Spector con el culo al aire, lo cual da pie al estallido de violencia de la cual es consustancial, dejando atónitos a todo el mundo, herida a Stella y a Tom con el brazo roto definitivamente.

Tampoco deja indiferente el final. Y es que Paul Spector, quien resulta ser un psicópata fingidor que solo se interesa por sí mismo y su narcisismo y miente incluso cuando menciona a su hija Olivia (pobrecita, qué penita da cuando le pide un abrazo a Stella) como uno de sus momentos vitales culminantes, se sabe vencido, pero busca la manera de conseguir su victoria. La única que le queda es no ingresar en prisión ni ser juzgado. 

Y aunque injusto, aunque te deje la amargura en los labios, aunque no sea el final que se merece este personaje, es un cierre realista y medido. The Fall (no entiendo la traducción de La caza en español) es una serie casi redonda que merece la pena aunque solo sea por el personaje de Stella Gibson, un personaje que vuelve a Londres y apenas le queda el abrazo  de despedida de la leal Danielle Ferrington (Niamh McGrady se habría merecido mayor cuota de protagonismo) y su propia soledad. Parecida a la que se te queda al acabar esta magnífica serie.


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