(NBC. 12 capítulos: 20/09/17 - 01/02/18) |
Contiene spoilers
Entiendo que lo difícil con The Good Place es entrar a una propuesta novedosa: los protagonistas están muertos y han pasado al "Good Place". O eso creen, porque en ese final apoteósico de temporada, en ese giro cósmico que te ponía patas arriba todo cuanto habías visto a lo largo de los 13 primeros episodios, resultaba que ni Eleanor, ni Chidi, ni Tahani, ni Jason estaban donde se suponía que tenían que estar. Y resultaba que Michael en realidad era un arquitecto diabólico que había creado un sitio tan colorista y lleno de locales con yogures con el fin de torturar a estos cuatro pobres.
Entiendo también que el peculiar y afilado sentido del humor no es apto tampoco para todos los públicos, con bromas despiadadas (e inteligentes) para todos los gustos, irreverentes y sin ningún escrúpulo gracias a la brillante idea de un distanciamiento con la realidad casi absoluto. El tono cercano al surrealismo no ayuda demasiado a aquellos que necesitan referentes más inmediatos o más habituales.
Y entiendo además que no suele ser habitual ver que en una comedia el avance de la trama vaya a ser tan importante como provocar ese clima agradable tan característico del género, asociado normalmente a una identificación con los parámetros extraños de las personalidades de los protagonistas. Y además de la manera tan original y diferente, que lleva a que nuestros personajes se reseteen una y otra vez, casi aboliendo por completo lo visto en la primera temporada.
No es así, claro, porque el truco está en el fracaso de Michael, cuyo plan original para torturar a los seres humanos se le viene abajo porque una y otra vez, antes o después, alguno de los cuatro (casi siempre Eleanor, eso sí) se dan cuenta de que realmente no están en "the good place", de ahí el sufrimiento al que son sometidos y que no les cuadren las cosas. Entonces las torturas pierden su gracia para los torturadores y hay que empezar de cero.
La actuación de Ted Danson es apoteósica, llena de matices (la sonrisa diabólica del final de la primera tanda ponía los pelos de punta, sin ir más lejos) y con un papel que potencia los extremos delirantes e hilarantes. Al ver que su plan va a dirigirle a que el juez Shawn lo destituya, no le queda otra que llegar a un acuerdo con los humanos. Y ahí se produce una nueva vuelta de tuerca: las aburridas y plomizas clases de Chidi de ética ya no sólo van dirigidas a Eleanor y a Jason, sino que el mismo Michael es uno más. Poco a poco, se va encariñando con los humanos.
Tampoco le va a la zaga Janet. La Janet buena, claro; la mala, mascando chicle y dando contestaciones bordes es su opuesto. Al ser una especie de robot, da pie a todo tipo de situaciones rocambolescas. Su enamoramiento por Jason es tal, que para digerir que ahora está con Tahani, se inventa un Derek, algo que desestabiliza el mundo creado por Michael. Como no digiere sus emociones, lo pone todo en peligro. Finalmente, dan con la solución, mandando a un Derek con un cascabel en su miembro a la casa de Mindy St. Clare, junto con la cocaína que demandaba.
De entre los seres humanos, destaca sobre todo Eleanor. Si antes hablaba de Ted Danson, Kristen Bell no le va a la zaga. Su evolución es constante. De ser una egoísta, pasa a ser una superviviente, y después a ser la única que pasará la prueba de la jueza Gen (Maya Rudolph), la enésima demostración de cómo la serie parece estar viva, llena de dinamismo y de planteamientos sugerentes y caóticos. Al final, Eleanor aceptará que está enamorada de Chidi.
Un Chidi que pese a lo exasperante a la hora de tomar decisiones (qué genial que su prueba para pasar al Good Place sea elegir entre dos sombreros), ayuda a todos con sus clases de ética. Si yo fuera profesor de Filosofía, no dudaría en poner a mis alumnos como mínimo el episodio del dilema del Tranvía.
Aunque un peldaño por debajo situaría a Tahani y a Jason, y potencian sobre todo el grado de unión de los cuatro entre sí, son reseñables sus distintas caracterizaciones: el acento británico y estirado de la primera, junto con su necesidad por destacar no nos lleva a detestarla en ningún momento; y por su parte, el grado de estupidez supina del segundo tampoco nos lleva a la desesperación, sino que sus puntos aportan la risa más fácil.
Los seis protagonistas acabarán adentrándose en el Bad Place para llegar hasta la Juez (también estupendo el episodio del museo, cuando tienen que fingir ser demonios) e incluso el penúltimo episodio, cuando Michael se sacrifica por Eleanor, podría pasar por un final de temporada. Pero no. Un nuevo giro llega cuando se le ocurre otra idea. Convence a la jueza Gen de darles de nuevo una oportunidad y... ¡voilá! Tenemos a nuestros protagonistas vivitos y coleando.
En el último episodio nos centramos en Eleanor, que se propone ser buena tras su experiencia al borde de la muerte con los carritos. Le durará el propósito seis meses, al ver que no obtiene réditos. Una conversación con Michael (disfrazado de camarero, a lo Cheers) devolverá a Eleanor a la buena senda. Para ello ayudará que encuentra en youtube una charla sobre ética de..., en efecto, de Chidi, a quien se irá a buscar, hasta Australia, a su universidad.
Así que empezaremos la tercera temporada (confirmada) casi como si fuera la primera, con nuestros personajes sin haber muerto, a la espera de reunirse (esperemos) y de ver cómo Michael y Janet interactúan con ellos en otro plano. En fin, un planteamiento extraordinario y una serie cómica que se sitúa entre mis favoritas.
Tampoco le va a la zaga Janet. La Janet buena, claro; la mala, mascando chicle y dando contestaciones bordes es su opuesto. Al ser una especie de robot, da pie a todo tipo de situaciones rocambolescas. Su enamoramiento por Jason es tal, que para digerir que ahora está con Tahani, se inventa un Derek, algo que desestabiliza el mundo creado por Michael. Como no digiere sus emociones, lo pone todo en peligro. Finalmente, dan con la solución, mandando a un Derek con un cascabel en su miembro a la casa de Mindy St. Clare, junto con la cocaína que demandaba.
De entre los seres humanos, destaca sobre todo Eleanor. Si antes hablaba de Ted Danson, Kristen Bell no le va a la zaga. Su evolución es constante. De ser una egoísta, pasa a ser una superviviente, y después a ser la única que pasará la prueba de la jueza Gen (Maya Rudolph), la enésima demostración de cómo la serie parece estar viva, llena de dinamismo y de planteamientos sugerentes y caóticos. Al final, Eleanor aceptará que está enamorada de Chidi.
Un Chidi que pese a lo exasperante a la hora de tomar decisiones (qué genial que su prueba para pasar al Good Place sea elegir entre dos sombreros), ayuda a todos con sus clases de ética. Si yo fuera profesor de Filosofía, no dudaría en poner a mis alumnos como mínimo el episodio del dilema del Tranvía.
Aunque un peldaño por debajo situaría a Tahani y a Jason, y potencian sobre todo el grado de unión de los cuatro entre sí, son reseñables sus distintas caracterizaciones: el acento británico y estirado de la primera, junto con su necesidad por destacar no nos lleva a detestarla en ningún momento; y por su parte, el grado de estupidez supina del segundo tampoco nos lleva a la desesperación, sino que sus puntos aportan la risa más fácil.
Los seis protagonistas acabarán adentrándose en el Bad Place para llegar hasta la Juez (también estupendo el episodio del museo, cuando tienen que fingir ser demonios) e incluso el penúltimo episodio, cuando Michael se sacrifica por Eleanor, podría pasar por un final de temporada. Pero no. Un nuevo giro llega cuando se le ocurre otra idea. Convence a la jueza Gen de darles de nuevo una oportunidad y... ¡voilá! Tenemos a nuestros protagonistas vivitos y coleando.
En el último episodio nos centramos en Eleanor, que se propone ser buena tras su experiencia al borde de la muerte con los carritos. Le durará el propósito seis meses, al ver que no obtiene réditos. Una conversación con Michael (disfrazado de camarero, a lo Cheers) devolverá a Eleanor a la buena senda. Para ello ayudará que encuentra en youtube una charla sobre ética de..., en efecto, de Chidi, a quien se irá a buscar, hasta Australia, a su universidad.
Así que empezaremos la tercera temporada (confirmada) casi como si fuera la primera, con nuestros personajes sin haber muerto, a la espera de reunirse (esperemos) y de ver cómo Michael y Janet interactúan con ellos en otro plano. En fin, un planteamiento extraordinario y una serie cómica que se sitúa entre mis favoritas.
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