(152 páginas. 14,50€. Año de edición: 2016) |
Sin duda, lo mejor de este libro es la realidad de la que parte, esa anécdota verídica en la que el autor torturado y existencialista que había convertido en escarabajo a Gregorio Samsa se encuentra con una niña llorando en el parque Steglitz en Berlín y, al preguntarle por qué lloraba y descubrir que era porque había perdido su muñeca, decidió convertirse en un cartero de muñecas para entregarle a la niña las cartas que le enviaba desde los distintos puntos del planeta por los que viajaba su querida muñeca.
De otro modo, me resultaría casi intolerable el estilo de Sierra i Fabra, ese acaparador de libros de literatura juvenil. De libros y de premios, como atestigua este mismo título, que ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil de 2007. Habiendo leído demasiados libros suyos, es imposible no fijarse en sus "marcas de la casa" o, más bien, en sus "defectos de fábrica". Esa tendencia a simplificar con frases cortas, aparentemente contundentes, que inserta sin venir a cuento sí o sí. Párrafos escuálidos, como si pensara que sus jóvenes lectores no digerirían párrafos de más de cuatro líneas.
Luego, eso sí, para compensar, juega a ser lector con alguna frase más elaborada, que suele llamar la atención por el contraste entre la arquitectura esquemática de sus libros. "La tristeza era el último baluarte de su desasosiego", "Elsi era una máscara", "Franz Kafka sintió el hormigueo en sus manos, el nacimiento de las alas de Ícaro que le elevaban hasta aquellos mundos solo posibles en su mente inquieta e inquietante", "Llegó a su calle, a su casa, envuelto en la misma fiebre", "Los niños eran materia reservada, entes de alta peligrosidad, un conjunto de risas y lágrimas alternativas, nervios y energías a flor de piel, preguntas sin límite y agotamiento absoluto"...
Todo no van a ser críticas y hay que reconocerle el mérito de captar la sensibilidad de Franz Kafka para con Elsi, sobre todo una vez que empieza con las cartas. El autor se atreve a esbozar algún inicio y algún desarrollo, lo cual es todo un logro (o un suicidio, una de dos). No sólo es conjeturar qué llevó a Kafka a prestar auxilio a una niña (el nombre de Elsi es otra aportación de Sierra i Fabra, por lo visto nunca encontraron a la niña ni supieron quién era), sino arropar la anécdota de un trasfondo verosímil. Ayuda mucho la última pareja que tuvo Kafka antes de morir (apenas un año después del asunto de la muñeca), Dora, cuya presencia testimonial sobre todo ahonda en la leyenda del buen fondo de este autor.
Más relevancia tiene Brígida, la muñeca viajera, que pasa por Londres, París, Viena, Venecia, el Sáhara, Pekín, Tokyo, Nueva York... Tres semanas de misivas para desterrar la tristeza de una niña y para que el propio autor reencuentre la ilusión de escribir y de sentirse apegado a un pequeño ser, alejado de la contaminación de los adultos. ¿Las cartas realmente terminaron cuando la muñeca se enamoró del aventurero Gustav? Es de estas preguntas que gusta formularse cuando lees un libro como este.
Así como la referencia a Max Brod, el amigo de Kafka que salvo de la quema los manuscritos desconocidos del autor, como fue su petición antes de morir, o la de Klaus Wagenbach, estudioso de Kafka que buscó a la niña para dar con las cartas que Dora certificó como ciertas, resultaban obligadas para conocer más la figura histórica del autor de libros como La metamorfosis, El proceso o El castillo, la de Bertha, la madre de Elsi, resulta redundante. Algún diálogo tampoco hubiera importado recortar. Última pega: la estructura en cuatro partes (con títulos rimbombantes y cursis: Primer sueño: la muñeca perdida, Segunda fantasía: las cartas de Brígida, Tercera ilusión: el largo rumbo de la muñeca viajera, Cuarta sonrisa: el regalo; a su vez divididos en capítulos que van de la 'a' a la 'z').
Y lo mejor para el final: la deliciosa edición de Siruela, tanto la portada como las varias ilustraciones de Pep Monserrat, además de una tipografía redondeada y bastante grande que facilita aún más la lectura. Un libro totalmente recomendable para un Primero de la ESO, siempre que la guía incida en los valores de esta lectura.
Todo no van a ser críticas y hay que reconocerle el mérito de captar la sensibilidad de Franz Kafka para con Elsi, sobre todo una vez que empieza con las cartas. El autor se atreve a esbozar algún inicio y algún desarrollo, lo cual es todo un logro (o un suicidio, una de dos). No sólo es conjeturar qué llevó a Kafka a prestar auxilio a una niña (el nombre de Elsi es otra aportación de Sierra i Fabra, por lo visto nunca encontraron a la niña ni supieron quién era), sino arropar la anécdota de un trasfondo verosímil. Ayuda mucho la última pareja que tuvo Kafka antes de morir (apenas un año después del asunto de la muñeca), Dora, cuya presencia testimonial sobre todo ahonda en la leyenda del buen fondo de este autor.
Más relevancia tiene Brígida, la muñeca viajera, que pasa por Londres, París, Viena, Venecia, el Sáhara, Pekín, Tokyo, Nueva York... Tres semanas de misivas para desterrar la tristeza de una niña y para que el propio autor reencuentre la ilusión de escribir y de sentirse apegado a un pequeño ser, alejado de la contaminación de los adultos. ¿Las cartas realmente terminaron cuando la muñeca se enamoró del aventurero Gustav? Es de estas preguntas que gusta formularse cuando lees un libro como este.
Así como la referencia a Max Brod, el amigo de Kafka que salvo de la quema los manuscritos desconocidos del autor, como fue su petición antes de morir, o la de Klaus Wagenbach, estudioso de Kafka que buscó a la niña para dar con las cartas que Dora certificó como ciertas, resultaban obligadas para conocer más la figura histórica del autor de libros como La metamorfosis, El proceso o El castillo, la de Bertha, la madre de Elsi, resulta redundante. Algún diálogo tampoco hubiera importado recortar. Última pega: la estructura en cuatro partes (con títulos rimbombantes y cursis: Primer sueño: la muñeca perdida, Segunda fantasía: las cartas de Brígida, Tercera ilusión: el largo rumbo de la muñeca viajera, Cuarta sonrisa: el regalo; a su vez divididos en capítulos que van de la 'a' a la 'z').
Y lo mejor para el final: la deliciosa edición de Siruela, tanto la portada como las varias ilustraciones de Pep Monserrat, además de una tipografía redondeada y bastante grande que facilita aún más la lectura. Un libro totalmente recomendable para un Primero de la ESO, siempre que la guía incida en los valores de esta lectura.
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