Aquí. Richard McGuire. Salamandra

(304 páginas. 29€. Año de edición: 2015)
Una habitación. Una simple habitación, algo en apariencia limitado, puede tener implicaciones casi infinitas, como se encarga de demostrar McGuire. No hay más que esa habitación representada a doble página, con las variantes correspondientes a los cambios que pueden producirse a lo largo del tiempo (3.000.000.000 a.C - 2313 como puntos más extremos, que yo recuerde). En casos como Aquí te das cuenta de las posibilidades del cómic, equiparándose al alcance de una obra de arte, muy emparentada con otras disciplinas artísticas (no cuesta imaginarse contemplar las diversas escenas en un museo, sin ir más lejos).

Ese estatismo tan dinámico es rompedor, no cabe duda. Las posibilidades de lectura son enormes y habría que felicitar al autor por esa ocurrencia de plasmar la representación del tiempo y de la existencia en las distintas y sucesivas etapas cronológicas (aunque de una manera aleatoria, sin ningún tipo de orden temporal) por medio de una porción de espacio concreto. 

Hay personajes, hay historias, pero sobre todo hay tiempo. También vemos modas, estilos, formas de vestir y de actuar, decoraciones, sucesos, animales, objetos. Da igual leer desde la primera página hasta la última que al revés, como que abramos el volumen a la mitad o que saltemos de unas páginas a otras. La cartela de la fecha (a menudo varias en las dos páginas) nos orienta: en ocasiones se remonta a épocas anteriores a la civilización y vemos bosques o vegetación o esa especie de magma que debió de acontecer en el origen de los tiempos; o vemos los edificios de enfrente, o la construcción de la misma casa en la que se halla nuestra habitación (en 1907: tenemos 6 viñetas que van desde un año antes con los cimientos hasta que aparece la representativa chimenea).

¿Qué tipo de variantes nos encontramos para sustentar lo del dinamismo, aparte de ese recorrido por distintos años? También se juega con la superposición de escenas mediante recuadros incrustados (cada uno con la cartela de su fecha) en la imagen global o la imagen marco. Por ejemplo, en una página de 1995, caben simultáneamente 1998, 1979, 1933 y 2016, con lo que el perspectivismo tiene su cuota de protagonismo. El aquí es el ahora de cada página, de cada momento seleccionado. A veces se dedican varias páginas distintas  (casi siempre sucesivas) para recorrer ese aquí y ese ahora, como ocurre por ejemplo con el chiste que deviene en infarto de uno de los presentes. 

Día, noche, Navidades, Halloween, sucesos nimios (como una voltereta, insultos dichos en distintas épocas), anecdóticos (una fiesta, una foto familiar), más serios (un incendio, un funeral), besos, nacimientos, remodelaciones... Sin necesidad de recurrir a ningún hito histórico, con personajes anónimos que podrían ser cualquiera de nosotros, se nos habla de lo que somos por medio de uno de los epicentros de nuestras vidas, el salón del hogar.

Las posibilidades también son enormes también en la forma de recibir lo que McGuire nos ofrece: podemos pararnos a reflexionar sobre cómo era la vida de cada época (tenemos una cueva con indios en 1609, el siglo XVIII que refleja la época colonialista -estamos en EEUU, la Edad Media está menos representada-, predomina sobre todo el siglo XX...); trascienden otras cuestiones: ¿las cosas cambian, o permanecen, por más que nos remontemos a principios de siglo o avancemos a un futuro en el que los seres humanos conviven con avances tecnológicos (nada más que esbozados, por cierto)? ¿Las personas somos los referentes, o la naturaleza se basta a sí misma, como parece indicar el origen de los tiempos o ese futuro lejano en el que nos hayamos extinguido? O sin más acudir al libro y disfrutar de un dibujo de líneas geométricas bastantes marcadas y rostros levemente perfilados. 

Aquí. Una maravilla de gran originalidad.

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