Boy (relatos de la infancia). Roald Dahl. Alfaguara

(240 páginas. Descatalogado. Año de edición: 2004)
El autor de obras infantiles tan célebres como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate tenía en su colección de libros este otro, Boy (relatos de la infancia), que me sonaba a cuentos con el tema en común de los niños (y el titulado Boy sería uno de ellos). Pero no. Se trata de un libro autobiográfico (aunque el autor lo niegue), un conjunto de semblanzas sobre los primeros años de vida del autor, acompañado de fotos familiares y fragmentos de cartas que el autor le mandaba a su madre (firmándolas casi siempre con el apodo de "boy", de ahí el título del libro). Bueno, en realidad se remonta más atrás, puesto que empezamos 100 años antes de su propio nacimiento, en 1820, al hablar de sus abuelos.

No me ha parecido un libro muy aconsejable para leer en 1º o 2º de la ESO más allá que para la lectura de algún capítulo o fragmento en concreto. No es que esté mal narrado, ni mucho menos, pero carece del interés de una historia unitaria. Se nos habla de su madre, de su familia, de su paso por el colegio y el internado... Sobre todo, se nos cuenta sobre esos profesores, directores o gente adulta en general que solían propinar castigos físicos (la reflexión al respecto en la página 190, de hecho, se podría utilizar en clase, y se podría usar el trauma de Dahl por culpa de los varazos en las nalgas para reflexionar sobre la violencia ejercida por adultos sobre niños). 

Vale que alguna travesura es divertida, como la de ratón muerto o la de las cagarrutas de cabra en la pipa del prometido de la hermanastra, pero en general hay fragmentos que apenas podrían interesar más que al propio autor o a sus familiares directos, como los que acontecen en las vacaciones por Noruega.

Otro punto en contra para este libro es que o la traducción es bastante literal o antigua o se ha quedado un poco desfasado, con uso de verbos con el pronombre enclítico tipo siglo XVIII o XIX o expresiones que ya no usan ni nuestros abuelos. Creo que la mitad de lo que leyesen nuestros alumnos no entenderían nada. Ejemplo: "El novio era un inveterado fumador de pipa (...) Sujetaba la boquilla con el empaque más viril del mundo". Léxico exigente y no muy habitual, y ya sabemos lo amigos que son nuestros niños para usar el diccionario...

Más allá de curiosidades como algunas barbaridades propias de la época por culpa del retraso en medicina (vegetaciones arrancadas o extirpaciones de forúnculos sin anestesias), comunicaciones (viajes a los Fiordos de casi semanas) o en educación (colegios en los que las represiones físicas estaban a la orden del día), más allá de reconocer de dónde salieron escenas de sus libros famosos (como la fábrica de chocolate mágica o esa directora tipo toro que martirizaba a los niños con sus brutales castigos) y ese par de anécdotas divertidas, sólo puede satisfacer al lector (que debería tener un cierto bagaje lingüístico) si le gusta de leer biografías ajenas. 

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