Game of Thrones. S08E05. The bells

(12/05/2019)
Contiene spoilers

De verdad tenía la esperanza de que todos esos signos de que el adelgazamiento del guion fueran la última trampa que nos tendían a los espectadores y que ese embudo en el que las líneas esquemáticas de la evolución (o involución) de un personaje al que parecía embocar  Daenerys diera un revés de repente y todo el mundo nos quedásemos con la boca abierta y la respiración contenida. Pero eso, por desgracia, no ha pasado y hemos tenido un penúltimo episodio de lo más previsible y decepcionante que uno recuerda. Nunca antes me había aburrido con esta serie.

Seis temporadas echadas a perder y un personaje reducido a los escombros de un color, un negro que se contrapone con esa escala de grises que predominaban a lo largo de la serie. Daenerys ha resultado ser digna heredera de Aerys y la megalomanía ha sido el rasgo grueso que la ha definido. Ni Tyrion ni Jon han sido capaces de contenerla porque solo ha visto traición y desengaño (como el mío, por otra parte). Entre el amor y el miedo (fear) ha elegido esto último y aunque no era del todo necesario, ha arrasado con Kingslanding para dejar claro que ese va a ser el signo de su mandato.

Los defensores de que esta acción sobre Kingslanding era la consecuencia natural de sus previas acciones cuando consiguió a los Inmaculados o arrasó contra los líderes dothraki obvian un componente que en los otros casos no había existido: la matanza a personas  inocentes, no involucradas en el devenir de los hechos, enemigos que buscaban derrocar o asesinar a la Madre de Dragones. Daenerys considera que todo Westeros es enemigo porque no ha sido bien recibida o que su destino estaba por encima de los medios para alzarse con lo que ella consideraba suyo. 

Haber arrasado contra una multitud de personas ajenas a las batallas de los grandes señores está más bien en la línea autoritaria y vehemente que ha caracterizado al personaje solamente en estas dos últimas temporadas: esta Daenerys sí que casa con esa que quema a los Tarly sin pestañear, la que se ha sentido insegura más allá de sus fieles Jorah, Missandei y Gusano Gris, la que no aceptaba que Westeros no hincara la rodilla de primeras por su destino y por su linaje. No era la que dudaba cuando metía la pata en Mereen encerrando a sus adolescentes dragones, la que se compadecía por las mujeres violadas por la horda dothraki, la que soñaba con erradicar la esclavitud. ¿Era porque aún no tenía a la vista el trono y eso le ha desenfocado el punto de mira? Más bien suena a imposición externa de una escritura que no ha sido capaz de enfocar una decisión que hubiera sido incluso trágica en otro contexto, de haber visto una evolución más lógica, más paulatina y mejor desarrollada.

En estos momentos, Daenerys se ha puesto a la altura de Aegon el Conquistador, sí, pero también del Rey Loco (que no dudaba en quemar Kingslanding como al final ha acabado haciendo su hija) o la mismísima Cersei Lannister, a quien tenemos que otorgar un 33% de responsabilidad en la masacre perpetrada en la ciudad (el 33 que falta va al debe de Sansa, la ausente que también estuvo presente por haber tensado tanto la cuerda). 

¿La rueda que quería destruir? No, lo habíamos entendido mal, se estaba refiriendo a la rueda que quería achicharrar. ¿Queda alguna casa noble no churruscada ahora? ¿Qué tipo de reinado puede esperarse de alguien que responde con el miedo por bandera? ¿Importará a población del Este, más fiel y predispuesta a que sea su misha para suplir esa falta de mano de obra que ha quedado inutilizada al haber sido abrasada? Por desgracia, será un reinado que no nos figurábamos cuando Dany se nos postulaba como monarca ideal en temporadas anteriores.

Volviendo al capítulo, es difícil sustraerse a fallos estructurales: lo que dos dragones se vieron incapaces de llevar a cabo, en esta ocasión Drogon sí, y bien sobradamente, sin magulladuras, y todo por el truco estratégico de atacar con el sol como parapeto. Una muralla que hace un episodio parecía inexpugnable con el escudo humano de la población inocente, esa flamante Compañía Dorada, la hasta ahora infalible flota de Euron Greyjoy y esos escorpiones custodiando la amenaza aérea, en un abrir y cerrar de ojos ha sido arrasada. El igualamiento de fuerzas había resultado ser una patraña. Las flechas que antes tenían por diana los corazones del dragón ahora eran ineptas por completo, si es que llegaban a salir del arma.

El supuesto punto de no retorno de Daenerys no es el tañido de las campanas, pues. Cuando suenan, a eso del minuto 40 del episodio, y no ha sido obra de ningún personaje importante (Jaime principalmente), es fácil presuponer lo que viene después: la intransigencia, el vómito de bilis enquistado, la delgada línea roja pisoteada, la constatación para Tyrion y Jon de que su reina no era la idónea.

Eso nos lleva a la segunda destrucción más destacada de otro personaje: el de Jaime. Vuelve a los brazos de su hermana y amante Cersei y deja atrás la redención que parecía al alcance de su mano dorada. Cuando partió en el episodio anterior, de veras pensaba que él mismo acabaría con ella, aunque fuera a costa de su propia vida. Qué más da la pelea previa con Euron, en la que su única mano ya no es una rémora sino que hay equilibrio de fuerzas con un asesino sanguinario temible. Jaime no queda destruido por las piedras de los túneles, sino al perdonar por enésima vez la maldad y estupidez de su hermana. Es la evolución de su personalidad la que queda destruida por tanto.

Nos roban así otro gran momento que sería el del juicio de Cersei, o verla pedir perdón o derramar más lágrimas porque su hijo no verá la luz. Por no hablar de que sus prisioneras, Ellaria o la septa Unella (si es que la Montaña ha dejado algo de ella) habrán acabado trituradas con la destrucción inmisericorde de la khaleesi. La profecía de que otra más joven y guapa te destruirá, eso sí, al menos esta vez se cumplió. Y la omisión del valonqar en la serie tuvo su explicación.

Otra cagada es el viaje de Arya y El Perro y no solo porque los ojos verdes que cerrará no sean los de Cersei: lo que en un principio era el camino final que llevaba a la culminación de dos propósitos paralelos, de pronto se convierte en un "niña, no deberías estar aquí, no te conviertas en lo que soy yo" que llega demasiado tarde y sí, nos proporciona la dosis necesaria de emoción e intriga de saber si la heroína de Winterfell acabará aplastada por las piedras o derretida por el fuego, pero no tiene ningún sentido. 

Incluso el tan esperado CleganGate acabó siendo una descarnada pelea sin emoción que nos deparó un final anticlimático. La única duda que queda es si morirán chafados o quemados. Sandor (la única vez que Arya lo llama por su nombre, puede que la única vez que da las gracias a alguien) no ha podido encontrar ninguna satisfacción porque se da cuenta (tarde, cómo no) de que su hermano ya estaba muerto. Antes, al menos, ocurre algo que sí es inesperado: el asesinato de Qyburn a manos (perdón, mano) de su creación frankesteiniana de la manera más absurda.

¿La finalidad de que Arya se encuentre en Kingslanding sea la de vengarse de la reina de las cenizas? ¿Daenerys extenderá el sino de Varys (merecido, por otra parte: ¿quién era él para decidir la validez o no de los monarcas?) a Tyrion, que ha dejado escapar a Jaime (el momento más emotivo de todo el metraje, la despedida entre ambos Lannister), y al mismísimo Jon Snow, retratado a ojos de Gusano Gris cuando manda no cargar a los suyos contra los defenestrados y rendidos soldados Lannister? ¿Daenerys habrá quedado satisfecha destruyendo una ciudad, o seguirá buscando culpables y matará a Tyrion, Jon y Sansa? 

Si no manda matar a Jon (mi apuesta ahora), ¿cuál será la reacción de este? Seguirla parece ahora imposible. Rebelarse también parece una quimera que dejaría a Winterfell en una posición muy delicada (que por otra parte merece Sansa). ¿Tal vez desentenderse de Westeros y reunirse con Tormund y Ghost más allá del Muro? 

¿Y Bran, qué pasa con Bran?  ¿El episodio de Hodor en el que vemos cómo es capaz de interferir en el pasado se quedó en un momento espectacular y nada más y no habrá continuidad? ¿La imagen de la sombra de Drogon sobrevolando los tejados rojos que vislumbró en una de sus visiones es indicativo de que además de saber pasado y presente es capaz de ver el futuro? ¿Es una señal de que ha habido filtración el hecho de que las casas de apuestas le den como candidato número uno a que se postule como el propietario del trono de hierro (que tiene que estar calentito, oye, a todo esto)?

Solo un episodio nos separa de las respuestas, aunque más de una pregunta quedará sin resolver lo más seguro. Por muy decepcionante que sea (no creo que más que este penúltimo episodio), siempre nos quedarán los libros (si R.R. Martin no la espicha, claro).

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