Vigo es Vivaldi. José Ramón Ayllón. Bruño, Paralelo Cero

(208 páginas. 8,92 €. Año de edición: 2008)
Borja, Paula, Irene, Silvia, Maxi, Alberto, Felipe, Pedro... Un grupo de amigos que inician su último curso en un instituto de Vigo. En sus vidas hay ilusiones y libros, padres y profesores, mucho deporte y mucha marcha, victorias, desengaños y algunas movidas memorables. Unos muchachos, una historia, un paisaje, y los avatares de un amor que llega, como siempre, sin avisar. Una novela apasionada y apasionante, escrita en forma de diario, que culmina con un imprevisto desenlace.

Borja Arregui, a punto de complir 17 años, decide, antes de empezar el curso (el 15 de septiembre, qué tiempos aquellos, ahora empezamos a principios) dar un paso más en su propósito de ser escritor e inicia un diario personal. En él aparece su pandilla (Irene, Silvia, el vago de Maxi, el empollón de Alberto, Felipe..., todos ellos de manera un tanto difusa o superficial, a todo esto), su familia (una madre profesora, un padre reivindicativo, la hermana Nuria, otro estudiando en el extranjero...), sus profesores (la recién llegada Rosalía, de literatura, Ferrín...) y, sobre todo y ante todo, nos habla de su enamoramiento hacia otra recién llegada: Paula Monfá.

Bueno, y falta un ingrediente u otro personaje más en la novela: la propia ciudad de Vigo, de quien Borja hace una descripción al inicio que marca bastante el tono de la narración: un tanto grandilocuente, tirando a poética (o pretenciosamente poética).

Lo que más me ha llamado la atención es lo mucho que ha cambiado la vida para nuestros adolescentes. Dudo mucho que haya más de un 5% que se pueda sentir identificado, más allá de que los fines de semana salen a emborracharse. Al margen de que están aún en la era anterior a Internet, otra diferencia ha venido a cargo del sistema educativo. No puedo equivocarme mucho distinguiendo una chavalada del BUP y del COU, en vez de alumnado de la ESO.

Aparte de que las inquietudes han cambiado, las exigencias también. No es algo ni bueno ni malo, sino simplemente distinto. Los personajes de esta novela tienen inquietudes lectoras y escritoras, no solamente Borja (la pandilla está detrás de publicar un fanzine). El deporte se toma como más divertimento que competición (aunque Borja compita en 110 metros vallas y además juegue al baloncesto con los consabidos piques entre coles o institutos). El ocio se concibe de manera diferente.

Podemos hablar de que ha envejecido mal el libro, pues, si el joven lector no halla referentes a los que asirse. ¿Alguien interesado en filosofía, atentos en clase para reflexionar sobre literatura, con referentes cinematográficos como Smoke? Por eso, el interés reside sobre todo en los avatares de ese flechazo de Borja por Paula. La Paulificación, dentro de que es lo más típico y obvio, es el principal punto de atención a proseguir leyendo. Y ese aspecto está muy bien contado, los sí pero no, los flirteos, los momentos de exaltación amorosa y de desesperación y desengaño.

La estructura favorece la lectura incluso en el aula, con esa forma de diario y entradas no muy largas. Pese a eso, el léxico es bastante exigente para el canon habitual y no veo muchos puntos de conexión con nuestros jóvenes lectores.

La impresión estaba siendo más bien negativa (pese a la considerable fama en la literatura juvenil), hasta que llega el corte abrupto con las vacaciones de Navidad, el 31 de diciembre. Después de esa fecha, un cartel con "Un año después", y varios correos electrónicos de amigos que echan de menos a Borja (porque se ha ido a estudiar periodismo a Barcelona). Vale. Hasta que el penúltimo texto, de Rosalía, adopta un tono panegírico, que se confirma con lo último, redactado por Silvia, que estaba detrás de Borja. Ahí rememora cómo se mata con la moto, algo que te deja a cuadros, y que no te permite saber si lo de Barcelona pasó de verdad, si se mató en esas Navidades o algo más. 

Así que pulgar hacia abajo, sin duda alguna. Una mala resolución (por más que haya una segunda parte, Diario de Paula) termina por decantar la impresión general. Le pasa al libro algo que le ocurre a muchos autores de literatura juvenil: por extensión y pretensiones, deberían estar indicados para 2º o 3º de la ESO, pero solo lo podrían entender a partir de 4º de la ESO o Bachillerato, pero los temas ya no son apropiados.

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