La maravillosa Sra. Maisel. Temporada 1

(Amazon. 8 episodios: 17/07/2017 - 29/11/2017)


Contiene spoilers


Cuando tenía pensado escribir esta reseña, iba a decir que era la serie del 2018 y resulta que es del año pasado. No sé cómo, pero The Marvelous Mrs. Maisel ha pasado desapercibida, pese a ganar (merecidísimamente) dos Globos de Oro: a la mejor comedia y a la mejor actriz de comedia. Y es que Rachel Brosnahan (House of Cards) está que se sale.

Me gustaría destacar varias cosas: por ejemplo, que rompe contra la convención de que una comedia no vaya más de la media hora. Aquí tenemos casi el doble de duración, y lo sorprendente es que no sobra ni un solo minuto. Todo medido para ofrecernos una serie ambientada en 1958. Desde Mad Men no veíamos una adaptación a esa época tan bien lograda.

Uno de los muchos motivos para sacar del casi anonimato a esta serie es la puntuación de IMDB: un 8,7 que, a mi juicio, se queda corto. Con Mrs. Maisel estamos hablando de una comedia en estado puro. No solo buscando el chiste (que lo encuentras), sino mostrando un tono amable, ligero (pero no frívolo, al menos no en todo momento), con situaciones y personajes que te hacen reconciliarte con la vida, con el lado bueno de la vida. Adelante todos los dramas televisivos, muchos de ellos magníficos, pero se agradece una sonrisa. La de Miriam Maisel (en adelante Midge, ya que una vez vistos los 8 episodios puedes tomarte la confianza de utilizar el apelativo familiar), que contagia su optimismo a cualquiera a su alrededor. Que se lo digan a Susie Myerson...

Que sea una comedia no quiere decir que no vayan a aparecer temas críticos. Subyace, y no tan profundamente, por ejemplo, el tema de la situación de la mujer de la época, considerada poco más que un florero. Son varios los momentos en los que esta ama de casa a la que su marido le pone los cuernos se rebela contra esa situación. Igual que nos enseñan la segregación racial, con dependientas negras que están para atender a clientes negros, las mujeres poco menos que son ciudadanas de segunda. Midge, a su manera, sin dejar de medirse los tobillos, la cadera o la cintura, sin dejar de poner en práctica los trucos de coquetería femenina enseñados por su madre, reivindica la efectiva igualdad. Ni patriarcados ni excusas que valgan, cuando ve una situación injusta explota, aunque esté hablando con un juez y la puedan encarcelar. Ese es el feminismo verdadero.

Aparte de lo dicho o de la deliciosa selección musical de la época, nos quedan los diálogos. Perdón. LOS DIÁLOGOS. Sí, ahora mejor. Son casi diría yo que imprescindibles esos momentos entre Midge y Susie o con su amiga Imogene (Bailey De Young) o con las compañeras del centro comercial o con Abe, su padre; pero también entre Abe y Rose (la madre), o incluso algunos más secundarios, como el padre de Joel (el marido). Abarcan tantos registros, poseen tanta rapidez, que por momentos abruman, aunque luego llega Midge al escenario y ves la diferencia entre la actuación y la vida real (vida real que no deja de ser ficcionada, he ahí el mérito).

Y todavía no he dicho de qué va la serie... Al mismo tiempo que el matrimonio de Midge, una ama de casa de libro, con dos hijos y una asombrosa manera de llevar la casa y a su marido, Joel (Michael Zegen), el personaje más polémico, se viene abajo porque este de pronto ve frustradas sus aspiraciones cómicas ante un fracaso, que en realidad destapa un desaliento vital y una infidelidad con su secretaria, ¡Penny Pann (Holly Curran!, casi todo en esta vida tiene su lado gracioso). Da igual que Midge represente ese ideal en forma de mujer inteligente, hermosa, simpática, divertida y empática. Siempre estamos disconformes con lo que tenemos y queremos lo que no hay.

Pese a que inicialmente los padres de Midge ponen el grito en el cielo, sobre todo su padre será comprensivo con su hija cuando ella le rechaza en su primer intento de vuelta. Abe Weismann (genial Tony Shalhoub), pese a su rigidez matemática y sus presupuestos clásicos, entiende que la dignidad de su hija está por encima de convenciones, aunque no se atreva a decírselo a su esposa Rose Weismann (otra que tal baila, Marin Hinkle), una mujer perfeccionista, estirada y cuadriculada en aspectos no matemáticos, la cual aspira a que su hija no se convierta en una divorciada, algo que no tiene la misma categoría que una viuda.

Da igual que Abe le imponga toque de queda a su hija de veintipico años al volver abajo (antes vivían en otro pisazo en el mismo edificio, de estos que tienen ascensorista y portero) o que estalle  cuando su nieto anteponga la televisión a su hora de lectura o que llame Dody a Imogene cuando las oye cotorrear en el salón preparando la fiesta de cumpleaños de su hijo, que se impone esa ternura ante todo; e incluso el retrato de la madre, que podría componer una imagen estricta y severa, que tiene sus devaneos acudiendo a una vidente "del este de Europa" que le lee los posos del té, no deja de repercutir humanamente, sobre todo cuando se entera de que su marido y su hija la ocultan cosas, y estalla en medio de la sinagoga. Son el summum de la vis cómica, como cuando Midge les cuenta en el piloto que su marido se ha ido llevándose su maleta: el padre se pone a tirarlo todo y a echarle la culpa, mientras que a su madre le da un ataque melodramático en la cama.

Y sin embargo, pese a que los padres son geniales o que los diálogos con Imogene durante esa extraña gimnasia o mientras empujan el carrito de sus bebés son hilarantes, la química principal la tiene con Susie Myerson (Alex Borstein está de como mínimo nominación como actriz de reparto), la encargada del Gaslight, un garito del centro con actuaciones de quien quiera apuntarse (cómicos, cantantes, o mujeres poetisas repitiendo una palabra), que en cuanto ve a Midge sobre el escenario (al que acude para desahogarse después de lo de su marido) le propone ser su agente.

Esta mujer pequeñita que viste siempre con pantalones, gorrito y camisas no muy limpias, que vive en un apartamento donde dormitorio, salón y hasta cocina no observan diferencias, que no tiene paciencia, que piensa que el hijo de Miriam le ha pegado una enfermedad al cogerle su mano pegajosa, que es brusca, y que parece que no alberga empatía o afinidad con la gente, conecta con alguien que no tiene nada que ver, que es la dulzura y la cercanía personalizada. Esta menuda mujer pondrá en su sitio a Joel cuando le eche en cara que por su culpa está perdiendo a su mujer (perdona, bonito, que quien puso los cuernos fuiste tú) y no se amedrentará cuando el imponente agente Harry Drake (David Paymer) vetará a Midge tras su furibundo ataque contra la afamada cómica Sophie Lenon, representada suya.

Hay que recalcar que aparte de todos los personajes ya mencionados, habría que dedicarle unas líneas a otros más secundarios: el cómico Lenny Bruce (Luke Kirby), que echará una mano a Susie y a Midge; Moishe Maisel (estupendo Kevin Pollak), el padre de Joel, un embaucador que siempre saca a colación que sacó a trece judíos de Alemania durante la Guerra Mundial, algo que ataca los nervios a Abe; la juiciosa Mary (Erin Darke) y la alocada Vivian (Lilli Stein), compañeras de trabajo, las cuales en sus fiestas darán un empujón a la vocación comediante de Midge; o Herb Smith (el genial secundario Wallace Shawn), un hombre que "fabrica" chistes y al que recurrirá Midge tras un par de fiascos sobre el escenario.

Es muy complicado encontrarle alguna pega a esta muy recomendable serie, exceptuando que aún no está definida la fecha de estreno de la segunda temporada, prevista para este año. Una auténtica delicia de principio a fin.

Comentarios

Marian ha dicho que…
¡Hola! Tengo Amazon así que seguramente la veré, porque no la conocía y la verdad es que me has dejado muy intrigada con tu opinión sobre esta serie
¡Gracias por la recomendación!
Besos
Juliiiii ha dicho que…
Ya me dirás si a ti también te parece igual de maravillosa, valga la redundancia ;)