(224 páginas. 30€. Año de edición: 2017) |
Se me agotaron hace tiempo los calificativos para esta
serie, saga u obra maestra en cómic que es Sandman. Leída y
reseñada la colección entera (en la penúltima edición sacada, que ahora resulta
que hay una "deluxe", a la que pertenece este nuevo tomo), parecía
imposible añadir nada que no resultara superfluo o un añadido
innecesario.
Pero veinticinco años después, resulta que no todo estaba dicho. Y entonces se le hace un hueco a este volumen, que vendría a ocupar un puesto cero. El prolegómeno al punto de partida. La explicación a uno de los puntos más inexplicables, la captura de Sandman, ni más ni menos que un Eterno, por parte de Roderick Burguess, ni menos ni más que un simple mortal.
… ¿Y colorín, colorado, esta maravilla ha terminado? (De momento, en este enlace de zona negativa tienes la posibilidad de ver algunas páginas del cómic)
Pero veinticinco años después, resulta que no todo estaba dicho. Y entonces se le hace un hueco a este volumen, que vendría a ocupar un puesto cero. El prolegómeno al punto de partida. La explicación a uno de los puntos más inexplicables, la captura de Sandman, ni más ni menos que un Eterno, por parte de Roderick Burguess, ni menos ni más que un simple mortal.
En seis capítulos se nos explica una de las historias
más grandiosas de todas las que Neil Gaiman nos haya contado. Y lo que parecía
una obra de arte inmejorable, termina de redondearse. Y parece mentira que en
toda la saga no hubiera participado antes J. H. Williams III, cuyos dibujos
pueden ser los mejores de todos los vistos hasta el momento. Si no en cuanto a
la polimórfica fisonomía de Morfeo, sí indiscutiblemente en la manera de
acercarse a su universo onírico.
Como siempre ocurre, varios son los frentes que se nos
abren y estás perdido durante unas cuantas páginas. Al terminar cada capítulo,
habrá que retroceder para releer y darle mayor sentido a lo leído. Algo que
habrá que volver a efectuar al terminar el maravilloso conjunto. Y como
siempre ocurre, no habrá nada que falte o sobre, que no ejecute a las mil
maravillas un plan orquestado que hace que el principio de la causa y efecto
palidezca y se mire al espejo abochornado por pensar que era la única
explicación plausible para los acontecimientos.
Antes de desentrañar un poco más el volumen cero, hay
que hablar de la esmerada edición que nos ofrece ECC. Cuidada hasta el más
mínimo detalle, partimos de un prefacio del propio autor y contamos con unas
cincuenta páginas de "Acompañamientos": diseños de portadas
alternativas, entrevistas a los artistas, explicaciones de algunas escenas y
viñetas (como la de Padre Tiempo o la Ciudad de las Estrellas), una especie de
introducción a la técnica del coloreado por parte de Dave Stewart y de la
rotulación por parte de Todd Klein, así como la construcción de la portada de
Dave McKean, además de varios bocetos más. Si añadimos el tacto satinado de las
hojas, pocos placeres pueden existir mejores a tener entre tus manos un libro
así. Una delicatessen, vaya, que quiero casi diseccionar:
[Si no lo has leído, conviene pasar directamente al último párrafo]
En el capítulo 1, Una flor arde,
partimos del sueño (como no podía ser de otra manera) de Quorian,
una planta carnívora de un pequeño planeta, al que se le aparece el Dios de los
sueños y le comenta que algo va muy mal, "Algo está sufriendo. Algo se
está despertando. Algo está dañado". Justo después aparece en su
mente el fuego, la muerte. Después de haber leído el resto, imagino que es
la prefiguración de la destrucción asociada a la estrella que se vuelve loca.
Acto seguido, pasamos a septiembre de 1915, en Londres
(un año antes de que Burguess secuestre a Sueño). El Corintio reaparece,
quedando con un joven muchacho, Ian Stuart. Vemos la escena como si
fuéramos Destino leyendo su Libro. El Corintio luego no tendrá
mayor desarrollo, así que la escena podría ser una conexión con la historia ya
publicada, la parte en la que aprovecha la desaparición de su Creador para
infiltrarse en el mundo real (algo que Sueño tendrá que deshacer).
Destino llama a Muerte, que aún no es la
misma que enamorará a todos sus lectores, sino todavía un Eterno altivo con
poco apego por los seres a los que socorre. De manera críptica, hablan de su
hermano Sueño. "Supongo que pronto lo descubrirá, ¿no? Pobre Sueño",
rematará la bella y pálida Muerte.
Tras esa especie de paréntesis, regresamos a
Londres. George Rastrillo, un personaje cuya cara es una especie de
enrejado, sueña que gestiona una oficina. Sueño le avisa de la llegada de un
invitado, que no es otro que Corintio, el cual se sorprende porque estaba
entrando en El asno soez, la taberna donde había quedado con
Stuart. Simplemente le recuerda las reglas establecidas: las creaciones de
Sueño permanecen en el sueño, no vagan por el mundo despierto ni matan a
mortales por placer.
La advertencia de Sueño de los Eternos se interrumpe por una llamada que aleja
a Sueño. Lucien y Mervyn harán una aparición
fugaz. Sueño avisa a su bibliotecario que se ausentará. Al verle ataviado con
el casco, su presentimiento y la preocupación parecen tomar forma. Y eso que no
ve lo que el lector hará en las siguientes páginas desplegables: una reunión multitudinaria
de variantes suyas.
Pasamos al capítulo 2, Tiene lugar una
reunión, y nos teletransportamos al presente. Sueño ya ha muerto, por
lo que su sucesor, Daniel, visita a Henrietta, Hettie la
loca, y juntos visitan una especie de casa de los horrores, un lugar en el
que nació y perdió a su hijo hace 272 años. Allí Daniel-Sueño recoge un objeto
que Hettie escondió hace tiempo, una especie de reloj fundido, a lo Dalí.
Volvemos a continuación a 1915, al otro lado del
universo, donde los distintos y dispares Sueños, un compendio de distintas
representaciones de su identidad, conversan entre ellos, más bien
metafísicamente. El Sueño de las primeras cosas creadas explica el
motivo de tan bizarra reunión: el universo ha llegado a su fin. Poco a poco,
empiezan a desaparecer todos (¿son asesinados?), menos Sueño de los Eternos y
su forma gatuna. El primero consulta su piedra preciosa para hablar con alguien
con responsabilidad. Se mete en el rubí y habla con Gloria, del Primer
Círculo, también llamado Shekinah, un anciano con largas patillas con aspecto
de oficinista. Este le cuenta que una especie de cáncer se está propagando por
el universo y eso ha motivado que estallen cruentas guerras.
"Pronto, la mente que es el universo dejará de pensar, y todas las cosas
dejarán de ser". Pese a esas palabras, Sueño parece indiferente, sabedor
que existen unas reglas y que incluso los Eternos algún día llegarán a su fin.
Claro que la cosa cambia cuando también le dice que la culpa de que llegue el
fin del universo es suya. Y sus últimas palabras son crípticas: "Estás
aquí porque una niña vivió y un mundo murió hace mucho tiempo".
Cambiamos de tercio de pronto, con una especie de interludio, pasamos a
una figura femenina, que es informada de que el mundo acaba. Dentro de un
tiempo, todo lo que era suyo volverá a serlo. Y, mientras tanto, sigue
cantando. Más adelante descubriremos que esta figura femenina es ni más ni
menos que la Madre de Sueño. Lo
siguiente es el reconocimiento de Sueño de que dejó vivir un vórtice. Para
reparar el daño, y acompañado del Sueño del Gato ("No me gusta que
nadie me diga qué hacer, ni siquiera el universo"), emprenden un
camino prohibido a los Eternos. Van a visitar a su Padre.
El inicio del Capítulo 3, Una niña aprende,
o más bien su introducción, empieza con un recuento de criaturas embarcados en
la llamada de la guerra, desde cabalgaolas y devoradores de planetas (tributo a
los cómics de siempre), hasta un enjambre de escarabajos metálicos. En algo así
como un desierto, se encuentran con las Benévolas, personajes ya
aparecidos en otras ocasiones, que le indicarán (sin casi pretenderlo) que ha
de ir a la Ciudad de las Estrellas.
En el puente de paso, tras sumir en el sueño a unos asaltantes, una niña
llamada Esperanza (Esperanza
Preciosa Nebulosa Perdida para ser más exactos), escondida bajo la cama
mientras veía como mataban a su padre, se une a los dos Sueños. Uno de los
mejores momentos del capítulo (y del cómic) es cuando le contestan las
numerosas preguntas que le surgen a la niña. Están explicándole lo que hacen
las estrellas en la ciudad y hay que ver la cara que ponen los dos Sueños
cuando Esperanza pregunta qué son relaciones sexuales.
Algo que se me escapa de la comprensión es que Sueño alude como mínimo hasta en
tres ocasiones a que ha muerto hace unos días. ¿Puede ser un adelanto a esa
parte en la que la cronología se va a alterar, y los distintos planos
temporales se mezclarán? Sea como sea, al mismo tiempo que prosigue el camino,
Esperanza inicia un monólogo interior que es en realidad una carta a su 'Pa'.
Aunque llegamos a un inciso en forma de una historia narrada por el Príncipe de
las Historias a petición de la niña. "Érase una vez, hace mucho, había dos
dioses que abandonaron su tierra natal...", empieza una de las historias
dentro de otra historia más esclarecedora de la saga.
Esos dioses pillaron desprevenido a Sueño y le encarcelaron. Pidió ayuda a sus
hermanos, pero todos declinaron su petición. Deleite acude, pero en ese
momento está cambiando (transformándose en Delirio) y, pese a su historia de
rencillas personales, llama a Deseo, que le entrega una amante, obviando
las quejas del Eterno, ni más ni menos que Alianora, con cuyo toque
disuelve sus cadenas y quema los muros que contienen a su amante. Ella es una
criatura de la luz y aporta un toque de humor y de inversión de sexos muy
ocurrente: "Es como en todas las historias, ¿no? Una valiente princesa
rescata a un bello príncipe de una mazmorra y de los ogros malvados".
Nos enteramos de que las puertas del Reino de los Sueños están hechas con los
cuernos de uno de los dioses que le habían atrapado, y que el yelmo proviene de
los huesos del otro dios. Sueño no le cuenta el final de la historia con
Alianora, que se nos aparece en un desgarrador blanco y negro. Ella no puede
con su frialdad y Sueño le construye un mundo para ella; "y juré que
mientras existiera, también lo harían el islote y ella". Al final del
capítulo, Sueño de los Gatos le dice que aproveche que la niña duerme para
hablar con su Padre. En ese momento salen las estrellas.
No obstante, en el Capítulo 4, Abandonan a una
estrella, puede que el mejor número no de esta Obertura, sino de toda
la serie, primero se produce la visita al Padre. Si ya hasta el momento
habíamos asistido a una explosión de diseños distintos y de versatilidad
imaginativa con las viñetas, llegamos a la culminación: una explosión de
colores fuertes y variantes cuasi surrealistas, una sucesión de figuras
reconocibles como el Padre con diferentes edades, además de una ruptura total
con la cronología. El Padre le reprocha que la última vez que le ayudó, perdió
su Saeculum. Se muestra nada receptivo a Sueño, aunque, a punto de
desmaterializarse en el plano del Padre, le pregunta si ha hablado con madre,
algo que da la impresión de trastocarle.
Si espectaculares son las dos páginas con el Padre, la Ciudad de las estrellas
no se queda atrás, con un uso de colores casi translúcidos. Quien parece el
guardián, Fomalhaut u Ojo del Solitario, no parece partidario de dejarle
pasar, y así otras estrellas con formas humanoides. Esperanza le da la mano a
Sueño ofreciéndole consuelo. "Sostengo la mano de una niña e intento
recordar la última vez que otra mano tocó la mía".
Sueño accede a una especie de mazmorra y habla con la Estrella loca, a
quien le cuenta una historia, en la que hace mucho tiempo, en un pequeño mundo
azul, conoció a un Vórtice, una
anomalía. Su deber era matarla, pero nunca lo había hecho hasta entonces, por
lo que infringe las reglas al querer conocerla. Sus hermanos Muerte y Destrucción
(con fisiología a lo Avatar, pero sin el color de los pitufos) le instan a que
cumpla su deber. E incluso así, en vez de matarla, en vez de apagar ese sol
destructor, lo apartó de su mente.
Cuando por fin va a cumplir su cometido, las viñetas parecen dar la vuelta, en
una compleja sucesión de giros que culminan en una doble página en la que las
estrellas han volteado la situación, tendiendo una trampa a Sueño. Amenazan a
Esperanza con borrarla, aunque la niña se rebela. "No, no soy nada. Soy...
Esperanza".
De pronto, de nuevo hace acto de presencia su Padre, interrumpiendo
ese momento, impidiendo que Sueño pueda proteger a la niña, algo que a su
Padre, jugando a las cartas, le trae sin cuidado. "Siempre hay un tiempo
en el que ella habrá estado viva, y siempre un tiempo en el que ella no existe.
Esa es la naturaleza de la existencia".
En la página siguiente, una nueva genialidad: vemos el
tapete delante del cual está Padre revisando las cartas y en cada una de ellas
vemos imágenes relativas a lo leído en Obertura (y números posteriores; cada
imagen daría para un análisis más profundo). Vemos que el Saeculum no es otra
cosa que el reloj derretido que había recuperado Daniel, un objeto que marca un
cambio de actitud del Padre, dispuesto a ayudar, sobre todo cuando Sueño le
dice que podría hablar con su Madre.
Por desgracia, Esperanza es borrada por las Estrellas, que no matan a Sueño
porque saben que, si eso ocurriera, otro aspecto suyo ocuparía su lugar. Por
eso le encierran en una estrella oscura, una cárcel de la que nada sale jamás
de allí.
Partimos de una superposición de recuadros con fondo
negro en el Capítulo 5, Cuando regresa la noche. Del
pesimismo que desprenden las palabras suyas en ese encierro, nos saca Anochecer, la sirviente de su madre. Se
nos deja ver que todo estaba planeado por nuestro circunspecto Eterno.
Notas de humor intercalan esta visita del hijo a su
madre “¿Cómo has estado? ¿Te portas bien? Nunca llamas”, como escenas del
exterminio que está provocando la guerra (en tonos rojos). Viñetas multiformes en
tonos oscuros, violetas y azules (la madre, oronda, tiene este color, al igual
que sus bocadillos) para que la Madre pase revista a sus hijos y deduzca el
plan de su hijo: unirla a su Padre (llamado Tiempo por ella) para que el Universo se recupere.
Pasamos a Destino, en cuyo libro aparece un navío
varado, algo que le provoca lo inaudito: una tremenda sorpresa. Mientras, Sueño
Gatuno está intentando salvar seres vivos, como a Derla Lann. Y mientras tanto, Madre intenta engatusar a Sueño,
ofreciéndole un mundo de sueños junto a una amada (que no es sino Esperanza
crecida). Al declinar su oferta, le sume de nuevo en la oscuridad, de la que
parece imposible poder salir, aunque Destino le llama desde su galería,
pidiéndole una explicación por el barco suyo aparecido en su jardín.
Por su parte, Sueño Gato ha accedido al más allá de la
especie de Esperanza. “¿Cómo has entrado?”, le pregunta ella. “¿Alguna vez has
intentado dejar a un gato fuera de algún sitio en el que quisiera estar?”, le
responde él. A continuación, le pide que le acompañe y ella accede. Sueño de
los Eternos sube al barco a instancias de su hermano y se encuentra con su otro
yo, que ha hecho de Noé entre tanto, salvando unas cuantas vidas (entre ellos
una especie de Optimus Prime y un ser que me recuerda a Majin Boo, la cosa rosa que
sucedía a Célula en Bola de Dragón Z) de entre los trillones muertos desde que
Sueño se fue.
Y llegamos al Capítulo 6, Viejos mundos se despiertan, en el que se inicia con un recuento de
seres rescatados en ese barco onírico. Esperanza, que no recuerda su nombre y
que quiere regresar de donde vino, ahora no quiere ayudar a Sueño porque está
muy confundida. Vemos un par de imágenes de Muerte asistiendo a los seres de
los mundos que acaban. Sueño-Gato le recuerda que “la naturaleza de los Sueños
es definir la realidad. Destino está ligado a la existencia. Muerte está
limitada por lo que aceptará o no”. Y le recuerda que un miembro de la familia
está interesado en todo ese asunto: Deleite, ya a medio camino de Delirio.
De nuevo otra demostración de talento de Williams III
contraponiendo los tonos negros y serios de Sueño con la profusión de formas caóticas
de su Hermana, que ha obligado a las estrellas a ser amigas suyas. Como
siempre, los diálogos entre ambos no llevan a ningún sitio, aunque las últimas
palabras suyas descolocan al lector: “Pobre Sueño. Eres muy divertido y estás
muy triste. De todos modos, ni siquiera eres el gato”.
Sueño regresa al barco y al recordarle su nombre a
Esperanza, esta accede a hacerle caso. Su trabajo es decirle a los demás, esos
mil seres recogidos en el barco, que sueñen con el universo, pero sin incluir a
la estrella loca. Entonces Sueño abre su bolsa y sopla su arena. Habla con el
Gato, que efectivamente no es él mismo. Concentra su poder en el rubí y el Gato
(¿Deseo?) reconoce haber robado el Saeculum, ocultado para que dentro de 100 años
lo encuentre y lo devuelva.
De nuevo, más páginas dibujadas con maestría (incluso
esas rayas que se convierten en una línea horizontal que es como la de la
muerte, y las varias páginas en negro hasta que hay otras desplegables y Gloria
le felicita por el trabajo), acompañadas de texto que parece poesía: “Meto el
barco en la realidad a la fuerza. Es tan fácil como cambiar de opinión, tan
difícil como mover una galaxia”.
Para acabar con la ejecución de lo que parece una
sinfonía redonda, las últimas páginas están como enmarcadas en círculos. Sueño
trata de regresar a casa, pero está muy debilitado y no puede evitar escuchar
unas palabras resonando. “No es más que un poco de magia menor” -Te doy una
moneda que hice de piedra, te doy una canción que robé de la tierra, te doy un
cuchillo de debajo de las montañas, y un bastón con el que le atravesé un ojo a
un muerto. Te doy una garra que arranqué a una rata, te doy un nombre y el
nombre es perdido. Te doy la sangre de mis venas y una pluma que arranqué del
ala de un ángel. Te llaman desde las tinieblas, hacia las tinieblas te llaman…-,
pero le atrapan. Cuando cae en ese círculo, lo último que se le ocurre es una
palabra: “Empieza”.
La confirmación de quién ha sido ese Gato que ayuda a Sueño llega en el Epílogo,
Mientras
tanto. Desesperación conversa con su gemela Deseo, que está cambiando
de forma de gato a humana. Un precioso dibujo en tonos ocres que termina con
algo muy gaimaniano: ninguna de las dos hermanas recuerda de qué estaban
hablando.
En fin, como decía al principio, se acaban los calificativos para ponderar
esta obra maestra que redondea lo que ya era un clásico literario. Sé que ha
proliferado un sinfín de comentarios acerca de si era necesario esta añadidura
o si responde a intereses mercantiles sin más. Por mi parte, bienvenidos sean
estos seis maravillosos episodios que por fortuna he leído seguidos. Solo me queda por decir que pese a que se
trata de una precuela de lo leído, yo recomendaría al afortunado futuro lector
de Sandman
que dejase este número cero, esta obertura, para cuando hayas disfrutado los
diez tomos anteriores, a modo de epílogo o guinda del pastel.
… ¿Y colorín, colorado, esta maravilla ha terminado? (De momento, en este enlace de zona negativa tienes la posibilidad de ver algunas páginas del cómic)
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