Lucifer. Temporada 2

(FOX. 18 capítulos: 19/09/2016 - 29/05/2017)
Dejada a medio camino el año pasado ante tanta avalancha de series (pon Netflix en tu vida, a ver cuánto te queda de ella después), a pesar de tenerlo más fácil al estar dentro del catálogo de HBO, es de estas series que no te rompen la cabeza pero te dejan un buen sabor de boca con bien poca cosa que pase. De hecho, apenas encontramos cambios en la segunda temporada con respecto a la primera:

Seguimos con un peso abrumador en cuanto al protagonismo y la cuota de pantalla: Lucifer es por y para él, y la gracia está en conseguir que nunca nos parezca poco. Los demás personajes completan la propuesta y, pese a que su importancia siempre está varios peldaños por debajo, consiguen hacerse imprescindibles o, cuanto menos, entrañables.

Ni siquiera se han molestado en cambiar la fórmula que más chirriaba, la que le conectaba con un procedimental al uso: asesinato al canto e investigación sui generis a la vista, con ese tándem tan heterodoxo y diferente. ¿Para qué cambiar?, debieron de pensar ante el gran éxito de la primera temporada. Y, de hecho, cada vez molesta menos, es la excusa para plantearnos ese desafío celestial que lleva a cabo Lucifer hacia su omnímodo Padre.

Así que el único cambio efectivo fue ampliar la duración de la temporada (aunque no tanto como se preveía al principio, ya que iba a tener 22 episodios). Lucifer puede ser de las pocas series en las que si no ocurre nada importante en cuanto a la trama de fondo (los tan temidos episodios de relleno de cualquier serie que abarca todo el curso televisivo), tampoco nos rasgamos las vestiduras.

Añadimos al plato principal, eso sí, un par de personajes nuevos, que además han encajado de forma ideal con los Amenadiel (cada vez más atormentado por su pérdida de poderes, algo que no entiende), Mazikeen (en su castigadora línea, incrementados los contrastes por su traslado de domicilio, ni más ni menos que al de Chloe, completando una pareja de estupendos frutos con Trixie), Linda (la amiga fiel ideal), Dan Spinoza (cada vez con un rol más tontuno) y la propia detective Chloe Decker, uno de los elementos más misteriosos de la trama y sin embargo uno de los personajes más sosos y planos, algo que me parece que hay que incluir en el debe de Lauren German (a la cual hasta ahora mismo había confundido con Margot Robbie al ver fragmentos de Escuadrón suicida).

Dichos nuevos personajes son Ella López (Aimee Garcia, la hermana pequeña de Batista en Dexter), la nueva forense, una chica pizpireta y alocada, muy buena en lo suyo, pero que además es como un cachorrito tierno, abnegada amiga, muy locuaz y muy rarita. Y Charlotte Richards (Tricia Helfer, tragamos saliva...), que resulta ser la Madre de Amenadiel y Lucifer, recién escapada del infierno (el cliffhanger de la primera temporada) y metida en el cuerpo de una abogada sin escrúpulos, defensora de todo tipo de mafiosos y maleantes.

El mayor acierto es introducir un personaje que vendría a tener su cierto paralelismo con Lucifer, puesto que, aunque ella intenta reclutar a sus dos hijos para que vayan con ella al Cielo a rebelarse contra Dios, no le queda más remedio que adaptarse a las circunstancias y alternar con los seres humanos, a quienes desprecia. Eso sí, poco a poco irá tomando apegos por algunos, como con Dan, a quien reclama sexualmente. Los juegos y malentendidos que se producen, al no poder revelar que es la madre de Luci, dan pie a todo tipo de especulaciones.

Si no nos cansan en ningún momento las dudas y las indecisiones respecto a la rebeldía de Lucifer, y cualquier avance en la trama de su divinidad, como cuando aparece otro hermano suyo, Uriel (qué pena que el paso de Michael Imperioli, Los Soprano, sea tan breve), y tiene que matarlo, otro cantar es la ya un poco insostenible obstinación de no ser revelada la verdadera naturaleza del compañero de pesquisas a la detective. Aunque es lógico que esa tensión sexual no resuelta se prolongue (véanse los clásicos casos de Remington Steelle o Luz de Luna), podrían inventarse algo. Linda por ejemplo ya sabe la verdad y eso da también mucho juego.

La línea a seguir podría ser incidir en su esposa, Candy Morningstar (Lindsey Gort), casada fugazmente con nuestro Diablo en Las Vegas en uno de los mejores episodios de la temporada, otro de los múltiples ejemplos de tira y afloja en la relación (la confianza y esos rollos) entre Chloe y Luci. Otro de los mejores episodios fue God Johnson, en el que este hombre (Timothy Omundson), internado en un manicomio, decía ser Dios y actuaba como tal.

En fin, serie para pasar el tiempo o los ratos muertos, intrascendente y divertida (tiene multitud de puntos divertidos), recomendable sobre todo para mujeres, muchas de las cuales se derriten ante el "hot" Tom Ellis, algo que se puede comprobar en los comentarios de cualquier app sobre series, como la de TV Time. Aunque frívolo, no deja de jugar esa carta con el escenario de Los Ángeles de fondo, y esa galería de mujeres y hombres esculturales que aparecen por aquí. Combinado con esas ínfulas trascendentales de los seres sobrenaturales que conviven con los seres humanos, hay una combinación ganadora para una serie de formato largo.

PD: la tercera temporada está siendo incluso más divertida aún...


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