The Sinner. Temporada 1

(USA Network. 8 episodios: 02/08/2017 - 20/09/2017) 
Contiene spoilers

¿Puede una serie de 8 episodios parecerte larga? Es lo que me ha ocurrido con The Sinner, que hubiera conseguido una mayor perfección de haber sido una miniserie (no quiero ni pensar si es verdad que hay una segunda temporada).

Tras un fulgurante primer episodio, en el que consiguen transmitirte un considerable mal rollo, una atmósfera inquietante, poco a poco ha ido perdiendo fuerza para pasar de un planteamiento original a un pastiche psicológico mal llevado. Es uno de los problemas que tienen los proyectos televisivos orientados al lucimiento de un actor o actriz, que suelen derivar en una cierta descompensación argumental, como pasa en este caso con Jessica Biel, cuyas lágrimas por momento importan más que cerrar mejor la historia en conjunto.

Su Cora Tanetti resulta un gran logro a primera instancia: una ejemplar esposa y madre de golpe y porrazo se lía a asestar puñaladas con un cuchillo de cortar naranjas a un chico que estaba en la playa con su novia y amigos. Se nos entremezclan fragmentos de su pasado y resultan perturbadores, sobre todo en lo referente a su madre fanática ultrarreligiosa (Enid Graham) y su padre permisivo (C.J. Wilson), con quien incluso tiene que dormir para que Phoebe, la hermana pequeña de Cora, aquejada de una grave enfermedad, salga adelante.

Al impacto de lo que resulta una acción desconcertante e inesperada, completamente inexplicable, de la que de inmediato la propia Cora se arrepiente y culpabiliza, hay que sumarle un detective que es de todo menos convencional, sobre todo en su vida privada, en la que digamos que siente una irremisible atracción por una mujer que cuanto más daño le infringe, mejor para él, aunque luego sienta remordimiento y trate de convencer a su esposa para que no siga adelante con la separación.

Si Jessica Biel sí nos convence de inmediato, en cambio Bill Pullman no llega nunca a convencer con su incluso más interesante Harry Ambrose, que le queda infinitamente grande. O no termina de creérselo o no da más de sí o simplemente no consigue hacerlo suyo. Será esa voz aguda de chufla, o será que no viene a cuento esa tendencia suya a ser un erudito en botánica, por lo que ese punto extravagante o antisocial no es el eje de este personaje atormentado, tan en la línea con Cora.

Ahí empieza a cojearme esta aclamada serie, y tal vez por esa grieta se me ha empezado a tambalear todo el entramado de la investigación del caso, que a su vez se conectaba con la aparición de un cadáver en medio del bosque, justo al lado de un autobús escolar abandonado. El rompecabezas va sumando misterios y va aclarando poca cosa, porque no se deciden del todo a apostar por una línea: ¿ir solucionando algún aspecto, o incidir en ese componente de culpa impuesto por la madre? El retrato de Cora estaba plasmado casi por completo en los dos primeros episodios, pero por medio de flashbacks se nos moldea un poco más, hasta dar con una joven ingenua y manipulable, ávida por experimentar, tendente a rebelarse contra la tiranía materna, aunque a su vez apegada a la también manipuladora Phoebe, que vive vicariamente, a través de su hermana mayor, las experiencias que ella no puede disfrutar por culpa de su condición (o de las restricciones asociadas a ella que impone la madre).

Tampoco ayuda mucho que el resto de personajes no aporte demasiado, exceptuando al pavisoso marido de Cora, Mason Tanetti (Christopher Abbott, el también abúlico Charlie en Girls, reducido aquí a ser una versión pobre y flaca de Kit Harrington), un hombre que delega casi toda la educación en su madre a expensas de su propia esposa, a quien relega en alguna ocasión o directamente cuestiona, aunque es cierto que de ser un capullo al principio, luego le muestra su apoyo.

Otro personaje importante es J.D. (Jacob Pitts), un ex de Cora que está metido en trapicheos de droga y siempre se muestra bastante turbio, cuando no repulsivo o asesinable. Y el asesinado, Frankie Belmont (Eric Todd), de quien iremos conociendo más, sobre todo en el penúltimo episodio, en el que se abren las compuertas de los recuerdos de Cora, y casi todas las piezas encajan, aunque ese encaje no me termine de convencer del todo, y esté basado en una trampa argumental, o una mentira inexplicable de la madre de Cora.

En fin, más allá de que ese bloqueo mental de la protagonista sea más o menos creíble, y de que se superponen demasiados aspectos extraños y la mayor parte sean recursos de guión, a casi todo el mundo le va a gustar y no se va a poner a ponerle pegas como yo. Porque es así como hay que ver The Sinner, como un caso extraño y difícil de solucionar, que da pie a una investigación en la que las piezas van encajando poco a poco.

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