American Gods. Temporada 1



(Starz. 8 capítulos: 30/04/2017 - 18/06/2017)
Posiblemente, con American Gods me he llevado uno de los mayores chascos que recuerde. Desde la noticia de que harían versión televisiva de esta novela, los avances que iban apareciendo no parecían malas señales, empezando por la aparición en ella de Ian McShane. La cadena no me ofrecía tantas garantías, aunque más bien por cierto desconocimiento que otra cosa (solo he visto de Starz, me parece, un culebrón malísimo en el que salía la prota de Buffy Cazavampiros haciendo un doble papel de gemelas). Y del director, Bryan Fuller, me había encantado Pushing Daisies y había oído hablar bastante bien de Hannibal.

La cosa parecía empezar bien: mucho presupuesto, una fotografía impecable, buenos actores en general, una intro contundente... Pero algo fallaba desde el primer episodio, algo que se iba agravando porque cada capítulo me costaba más que el anterior. Cualquier espectador que no hubiese leído el libro se debía de sentir más que perdido, confuso y desorientado. No hay ni una sola explicación y el ritmo más bien era desmayado, más que lento atropellado, brusco, áspero. Quizás por culpa de un uso extravagante de una especie de saxo o de música de ascensor o de sala de espera tirando a lo jazz que va exasperando conforme prevalece a lo que no se está contando. Y más que no te expliquen las cosas, es esa sensación de que sobran minutos incluso a las escenas más buenas.

No creo que el principal problema sea Shadow Moon (Ricky Whittle no es la octava maravilla del mundo, pero no encaja mal en este papel) y su inherente sosería. El extrañamiento perpetuo que muestra desde que le dan la noticia de que Laura Moon (Emily Browning es más cargante, pero no por ella, sino por su excesiva y abusiva aparición en el metraje), su esposa, ha muerto en un accidente de coche un día antes de que le vayan a soltar de la cárcel (por robo, un robo inducido por ella misma), hasta que se encuentra con Mr. Wednesday (interpretado por el citado Ian McShane, que nunca defrauda) y empieza a encontrarse sucesos que como mínimo encajan en la categoría de inusuales, tiene que ser el que es.

Se trata de la famosa inmersión en lo fantástico made in Gaiman que no es que esté mal introducido en la serie, pero no es lo mismo, y no por falta de medios. Por ejemplo el primer encontronazo con el Chico Tecnológico (Bruce Langley) es de lo más espectacular, y antes de que el propio Shadow sepa que se ha metido en medio de una guerra entre los dioses viejos y los nuevos, lo sabemos nosotros (es de lo poco que vamos a inferir, en el resto estamos igual de perdidos que el protagonista).

A pesar de que esa paliza que le dan a Shadow es contundente y muy gráfica y plástica y descarnada a la vez, es complicado no perder el hilo en algo, no sentir que el tempo no está conseguido, es difícil no aburrirte hasta llegar a algo; y cuando sucede ese algo estás tan fuera de lugar y con tantas ganas de que se acabe que ya no te impacta tanto. No ayuda nada que la duración de los episodios esté en torno a la hora de reloj.

De la trama no voy a comentar mucho porque tampoco hay mucho que comentar. Está desvaída y deshilachada, parecen remiendos más que trazados firmes, pegotes incrustados con crudo sin demasiada elasticidad. Pasamos de un dios a otro sin mayores explicaciones y salvo las pequeñas introducciones que existen en casi todos los episodios, que suelen ser bastante explicativas (aunque siempre dilatándose más de la cuenta), vamos de un sitio para otro sin darnos demasiadas razones de que llevan a alguna parte.

Creo que uno de los principales problemas de esta serie es que el director opera el mismo procedimiento con American Gods que con Pushing Daisies y lo siento mucho, pero aunque tengamos a otra muerta revivida, no se le puede dar el mismo tratamiento a un libro de Gaiman, que requiere de mucha más profundización e introspección, que a una serie donde lo principal es el aspecto visual, y prevalece la forma sobre el fondo sin que importe demasiado. Aquí deberían haberse dado cuenta de que ha de haber un término medio, no pueden decantarse a favor de la plasticidad y lo bonito que queda en pantalla escenas como la de Easter (Pascua: Kristin Chenoweth, que tenía uno de los papeles más divertidos en Pushing Daisies) no compensa el hecho de que tras una temporada no tenemos demasiados datos sobre si su protagonista es imbécil perdido o se lo hace y por qué es tan importante más allá de la protección a la que le somete su mujer muerta, que va acompañado de Sweeney el loco (Pablo Schreiber no suele defraudar, como en Orange is the new black, aunque aquí parezca un doble de Sergio Ramos), un duendecillo irlandés o algo así.

Podemos hablar de manera descoyuntada e inconexa de otros personajes más o menos recurrentes, como el intermitente Mr. World (Crispin Glover), uno de los nuevos dioses; de Bilquis (Yetide Badaki), que nos ofrece uno de los momentos más impactantes cuando su vagina se traga a su amante (y la tipa debe de ser importante, aunque no la han relacionado mucho con los viejos dioses, esta diosa de la fertilidad sale bastante); mención especial merece Media (de lo mejor Gillian Anderson), con estelares y mediáticas apariciones a lo Marilyn Monroe, Lucille Ball o el propio David Bowie; Mr. Ibis (Demore Barnes) y Anubis (Chris Obi) también ofrecen alguna escena con la balanza tras la muerte de alguno bastante interesante (aunque de nuevo alargada en exceso); y uno de los dioses más definidos o más atrayentes es Nancy, el dios Araña (Orlando Jones está excesivo, pero le queda muy bien).

Más episódicos aún son Salim (Omid Abtahi) como conductor de un taxi, relevando al genio  ciego Jinn (Mousa Kraish); Czernobog (siempre cumple Peter Stormare, ya sea fumando, ya sea jugando a las damas o ya esté más sucio que una cochiquera), el del mazo (ya me quedó la duda en el libro si sería el propio Thor) y sus (creo) hermanas rusas o eslavas Zorya Vechernyaya (Cloris Leachman), Zorya Polunochnaya (Erika Kaar) y Zorya Utrennyaya (Martha Kelly), que serían las Horas, una anciana, otra de mediana edad y la más joven, unos de los personajes más sugerentes y más logrados en las obras de Gaiman; otros dioses como Vulcano (Corbin Bernsen) o las diferentes versiones de Jesús, desde uno mexicano al más tradicional (Jeremy Davies, Daniel Faraday en Lost).

En fin, una galería ingente de personajes que por sí mismos suelen estar bien caracterizados y desarrollados psicológicamente, pero que no terminan de concretarse en nada, salvo la despechada (y divertida) Audrey (Betty Gilpin, de lo mejorcito de GLOW), la mujer de Robbie, el mejor amigo de Shadow con quien su esposa Laura fallece en el accidente, con su pene en la boca para más señas.

No faltan nombres ni grandes actores y actrices, no faltan medios ni falta gente cualificada,  se suele seguir bastante fielmente lo que sucede en el libro, pero el resultado final ha sido un soberano tostón que ha ido además de más a menos hasta hacerte dudar de si merece la pena seguir o no, aparte de que los que no han leído la novela pueden llegar a dudar de que esta sea estupenda. Lo mejor, con todo, es que Amazon Prime Video, plataforma desde la que se ha visto en España la serie, ya tiene app en la tele y facilita mucho poder verla mejor que en el móvil. Y con eso lo digo todo...

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