Pulsaciones. Javier Ruescas y Francesc Miralles. SM

(200 páginas. 9,95€. Año de edición: 2013)
Elia acaba de salir del coma.
¿Lo bueno?
Está bien y tiene móvil nuevo, así que por fin puede hablar con todo el mundo por HeartBits.
¿Lo malo?
No recuerda los tres días anteriores al accidente.
¿Qué habrá pasado durante ese tiempo?
¿Quién será ese tal Phoenix que no deja de mandarle mensajes?
¿Y por qué cada vez que Elia piensa en lo que ha podido olvidar… siente que le falta el aire?

Esta novelita de escasas 200 páginas tiene la novedad de que está construida exclusivamente a base de diálogos. Diálogos de una red social llamada "Heart bites", "un corazón que no deja de latir nunca" y "contabiliza al final de cada jornada el número de pulsaciones". Un remedo del whatsapp, vaya. Esta característica formal determina por completo la obra. Para un lector cualquiera sin duda lastra cualquier relevancia literaria primero porque se parte de una premisa adulterada, y es creerte que cualquier conversación en la red es como las que aquí aparecen, por más que no se suele citar, ni se escribe sin abreviaturas, y los emoticonos ocupan un porcentaje mayor del que aquí aparece. Se "literaturiza" el whatsapp, por así decirlo, y nos tenemos que creer que es verdadero.

Eso por una parte. Por otra, en los criterios más académicos, esta imposición obliga a que las descripciones casi brillen por su ausencia y se fuercen conversaciones para rellenar los huecos que una red social no puede abarcar sin que pierdas claves. El espacio tampoco se nos aclara, y el tiempo va marcado por días, con unas citas de Buda de las que yo prescindiría (de hecho he obviado casi todas) y unas anotaciones sobre el número de pulsaciones y participantes a final de cada día (cada capítulo). 

A favor de un joven lector, sin embargo, al desterrarse descripciones y la acción sustentarse por medio de diálogos (casi siempre cortos, no ocupan ni por asomo una línea entera, con lo que esas 200 páginas se podrían adelgazar a más de la mitad), se convierte en una lectura fácil e instantánea. Dificultad de lectura cero, como podría ocurrir con una conversación de whatsapp (viva la publicidad no pagada). Más actual, imposible.

El personaje principal, Elia, de 16 años, puede hasta resultar creíble en esa construcción a base de palabras vía smartphone:  es una adolescente que sueña con dedicarse al cine y sufre un accidente de coche que afecta a la memoria de los tres días previos a dicho accidente (a mí, desde la ignorancia, me resulta una premisa muy poco verosímil). El resto de personajes, en cambio, resultan planos, son nombres sin mayor relieve: 

Su amiga Sue, que la ayuda a recordar (Suerlock Holmes con su observación de la manzana suena a coña marinera) es la amiga enrollada; menos protagonismo tienen aún esos "papá" y "mamá" que escriben a Elia un par de veces preocupándose por ella; Marion, una chica que conoce en la terapia psicológica del hospital y que se quema media cara por no apagar unas velas por la noche es inconsistente y contradictoria; Tommy, el inglés de intercambio que va a casa de Sue y cuya historia se ve venir a las primeras de cambio, copa la historia secundaria con la atracción por Sue; e incluso el mismo Phoenix, el coprotagonista de la historia, es el más artificial y menos conseguido de todos. Imposible de tragar.

Puedo seguir extrayendo más defectos que virtudes: las citas que le suelta Phoenix a Elia, a cual más pedante y rebuscada; las historias secundarias, que parecen sacadas de un manual de previsibilidad; por no hablar de que es intratable ese olvido de los tres días previos al concierto de Regina Spektor, y más si en la portada te "chafan" ese cierto misterio con el anuncio de "¿Y si hubieras encontrado al amor de tu vida... y lo hubieras olvidado?". Los tópicos y frases de autoayuda proliferan como setas tras la lluvia, y eso me resulta más indigerible aún que la frase que suelta Phoenix: "¿Serías capaz de amar a alguien que ha muerto?". Huele a artificio manipulador barato.

¿Entonces cómo recomiendo una novelita a la que saco tantos defectos? Pensando en llevarla al aula, todo lo que a mí me parece endeble puede resultar un punto de enganche a nuestros alumnos. Un 1º, un 2º de la ESO, un 3º de la ESO de poco hábito lector o desencantados de lo académico pueden ser una clientela entusiasta para este libro (de hecho, tengo un alumno que comentaba a una compañera, después de haberse leído 40 páginas del tirón, que era el segundo libro que se leía en su vida: 3º de la ESO).  Además, ese pseudoromanticismo que impregna la obra va en la línea de los gustos actuales. Y también es recomendable porque les va a resultar cercano al tener tanto protagonismo las nuevas tecnologías. Y esa parte de autoayuda puede ayudar a favorecer la aceptación de uno mismo, con frases de enganche como la siguiente: "Creo que era su ilusión por aprender lo que más me fascinaba de él. Era como si nunca tuviera suficiente. Como si el mundo fuera a terminarse y él quisiera saberlo todo, descubrirlo todo". Es un título, pues, con muchas posibilidades en clase.

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