Cierra los ojos y mírame. Ana Galán y Manuel Enríquez. Destino

(304 páginas. 13,95€. Año de edición: 2012)
Voy a empezar de forma categórica esta reseña: este libro tiene que ser leído en clase (3º de la ESO, 4º). ¿Por qué? Primero, porque es fácil de leer y muy emotivo. Pero segundo, y esta es la razón de mayor peso, es porque vamos a aprender mucho sobre qué supone la ceguera, porque vamos a entender (y tratar) mejor a los ciegos y, sobre todo, porque vamos a conocer sobre los perros guía, cuál es su adiestramiento y qué hay detrás de un perro lazarillo. Muchas veces suelo estar en contra de seleccionar una lectura siguiendo meramente los llamados "valores", pero en este caso me parece que se trata de un tema que no es nada frecuente.

Pero vayamos al primer punto. Tenemos entre manos una novela muy fácil de leer, sin complicaciones, escrita a dos voces, la de David y la de Blanca, ambas en primera persona, que van desde agosto de 2009 (la historia de Blanca, pese a iniciarse en el capítulo 2 es la que se remonta más atrás) hasta junio de 2012, atravesando 31 capítulos en los que se van alternando los dos puntos de vista. No nos encontramos ante una prosa rebuscada, un estilo muy literario, un léxico exigente (más allá del referido a la vela, estamos en una ciudad portuaria, no sé si Barcelona) y la linealidad es una constante en esta especie de diario doble muy sencillo de seguir.

La historia de David es la más impactante: tras una fiesta, unas copas de más y mucha imprudencia, sufre un aparatoso accidente en el que pierde la vista. El proceso de asimilación a la nueva realidad de este chico de 20 años que se encuentra en 2º de Periodismo es de lo mejor del libro, muy realista y detallado (por momentos a veces demasiado didáctico, se nota la documentación previa detrás de las líneas escritas). Ni su familia ni sus amigos son capaces de transmitirle las ganas de vivir. Poco a poco, sin embargo, entre ellos y los psicólogos y cuidadores consiguen que vaya rehaciendo su vida.

La historia de Blanca es más sencilla: una adolescente de clase social media que recibe el revulsivo en su vida de conseguir el sueño añorado por ella y su hermana Cris, tener un perro (ella de hecho luego iniciará los estudios para ser veterinaria). Aunque la propuesta de su madre tiene trampa, ya que se trata de un cachorro destinado a ser en el futuro un perro guía para ciegos. Se trata de Kits, un labrador que colma los deseos de Blanca, sobre todo porque la separación se ve muy lejana, aunque cuando llegue será desgarradora, y más cuando ella se ha no se ha enamorado aún y va en ese sentido por detrás de sus amigas. 

Podríamos dividir el libro, de hecho, en dos partes bien diferenciadas: la primera iría hasta que David y Blanca se conocen, como si se tratase de dos historias paralelas que van acortando distancias; y luego ya la segunda, con el componente más tópico del enamoramiento entre dos personas bien distintas. La primera es la que más ha llamado mi atención, pero la segunda seguro que es la que engancha a los adolescentes, con alguna que otra frase-carpeta o fragmentos pastel ("el amor es una droga, una sensación de hambre continua que solo se sacia cuando estás con la persona a la que quieres (...) Notaba que andaba entre nubes, que el corazón se me estremecía cada vez que le decía adiós, que tenía una sensación extraña en el estómago cada vez que entrelazábamos los dedos o nos besábamos. Me sentía reflejada en las letras de las canciones románticas y en los poemas de amor. Sentía que las horas volaban cuando estábamos juntos y se arrastraban por el suelo cuando cada uno volvía a su casa"), además de que cuenta con una secuenciación bastante pautada y nada repetitiva.

En el universo de David, un muchacho guapo, temperamental y muy inseguro, conocemos a una madre cariñosa y sobreprotectora, a un padre con un papel mucho más secundario salvo una conversación intensa con su hijo, y a una hermana pequeña, Silvia, que no aparenta en ocasiones la edad que tiene, pues parece mucho más madura que el propio David. Y de entre sus amigos, a Rober, el mejor amigo de David (aunque es el que flirtea con la que era su novia de entonces, la desinhibida y provocativa Claudia, algo que será el desencadenante de que David tenga el accidente), a Jorge y a Lola, pero salvo por unos consejos de esta última, tampoco se les perfila mucho. Estarían casi al mismo nivel que una de sus cuidadoras, Jenny, o Laura, una voluntaria que ayuda a David a volver a las clases.

En el de Blanca, una chica responsable, espontánea y con mucho carácter, algo por el estilo: mayor desarrollo para la madre (a quien se le ocurre traer a Kits, y que luego mostrará sus prejuicios hacia los ciegos, aunque se arrepentirá pronto), que hacia el padre (si se hubiera tratado de una familia sin figura paterna no habría cambiado la historia un ápice); la hermana pequeña, Cris, apenas tiene protagonismo; y sus amigas, Natalia y Nerea (esta al menos tiene un par de trazos más), no están mucho más redondeadas. Quizá el personaje mejor dibujado sea el de Pepe, que también introduce el tema de que no hay que dejarse engañar por las apariencias (el chico es grandote, sudoroso y con voz de Justin Bieber, es decir, de niña, pero luego resultará un amigo en toda regla, por encima de la propia Claudia).

No es, ni mucho menos, un libro redondo ni la mejor novela juvenil que he leído por varios aspectos ya comentados o porque la segunda parte se mueve por cauces bastante previsibles, pero nos falta por comentar el tercer gran protagonista después de David y Blanca: Kits, un perro cariñoso y muy obediente. La parte en la que se nos habla de la labor de la ONCE (aunque curiosamente no se nombra a la organización) y de Guiding Eyes for the Blind es muy ilustrativa. Conocer el proceso que hace posible que existan los perros guía es uno de los mayores  alicientes de la novela, junto con hacer visible (vaya burdo juego de palabras) la realidad que viven los ciegos. Algo, sin duda, que tienen que conocer nuestros alumnos.

Comentarios

Chespir ha dicho que…
Querida “profe” y lectora:
Muchas gracias por haberte decidido a leer nuestra novela y, sobre todo, por haber dedicado parte de tu tiempo a escribir esta reseña que, desde mi punto de vista, está bastante acertada. Cuando escribimos y publicamos, muchas veces, la mayoría, no es el dinero de las ventas el más importante retorno de nuestro trabajo sino el comprobar que hay gente que, como tú, se ha dedicado a leerlo, a analizarlo e incluso a disfrutar con ello. En otras ocasiones la satisfacción nos llega a través de algún correo electrónico como el que ayer publiqué, con permiso de su remitente, en mi página de FB. Te invito a leerlo para que veas algún punto de vista desde una perspectiva muy distinta a la tuya. https://www.facebook.com/manuel.enriquez.3517 Por cierto, diles a tus alumnos, de mi parte, que tienen mucha suerte de tener una “profe” de lengua tan enrollada como tú. No sé, igual algún día podré yo decírselo personalmente.
Recibe un cordial saludo.
Manuel Enríquez.
Madrid.
Juliiiii ha dicho que…
Querido Manuel. Muchas gracias por pararte a leer mi reseña y por tu cariñoso comentario. Aunque me hayas cambiado el sexo por el camino, ha sido un orgullo haberte leído por aquí, al igual que esa carta que te han mandado. Os podéis sentir bien orgullosos de tener un libro que tiene esa capacidad de cambiarle la vida a alguien.
Creo que con un poco de suerte este año nos conoceremos, que me han dicho en el centro que tienes bastante relación con el pueblo en el que acabo de caer. ¡Un saludo!
Chespir ha dicho que…
Pues... Lamento lo del cambio de sexo. Son los problemas de los seudónimos que, a veces, no aclaran demasiado sobre el sexo de la persona que tienen detrás. En fin, que me has creado una curiosidad. ¿En qué pueblo has caído? Se me ocurren cuatro o cinco posibilidades pero no me atrevo a apuntar ninguna por no hacer un feo al resto de las opciones. Por cierto, efectivamente acertaste en la ciudad. Inicialmente pensamos decir que se trataba de Barcelona o Valencia, cualquiera de las dos cumplen con las características necesarias para resultar un entorno adecuado, pero decidimos obviar el nombre porque no podíamos inventar una escuela perruna y adjudicársela a un entorno real. Además, eso nos hubiera obligado a dar detalles sobre barrios y calles. Al no dar nombres, teníamos más libertad a la hora de escribir.
Un saludo
chespir@ono.com
Juliiiii ha dicho que…
No hay nada que lamentar, no pasa absolutamente nada.
Estoy este año en Cenicientos, por eso te decía, me comentaron que estabas bastante relacionado con el pueblo y que había la posibilidad de que vinieras a hablar con los chicos. No te conozco apenas (y a los chicos tampoco, empezamos el viernes), pero estoy seguro de que resultaría una actividad muy positiva para ellos.
Un saludo
Chespir ha dicho que…
Allá por los 70, mi abuelo era el médico de cenicientos y yo pasaba allí mis vacaciones. Se jubiló en 1974, salió del pueblo y yo no volví allá hasta el año pasado. El motivo era presentar mi última novela "Esa tal Dulcinea". Se trata de una obra de humor y parte de la acción transcurre en el pueblo. Me permití tomar como protagonistas a algunos de los coruchos, que, a pesar de los años, seguían en mi memoria. A raíz de esta presentación, Águeda me preguntó si podría hablar con los chavales de la escuela. Estuve allí en dos ocasiones más y creo que me reuní con la práctica totalidad de los alumnos para hablarles de "Cierra los ojos y mírame". Yo, encantado de volver cuando tú quieras pero no sé si al final voy a aburrir a los chicos. En fin, quedo a tu disposición. Yo, para volver al pueblo, necesito pocas razones. :-)