Terror en la red 2. Álvaro Colomer y Antonio Lozano. Edebé

(192 páginas. 12€. Año de edición: 2013)
La mujer con el corazón lleno de tormentas sucede a El chico que vivía encerrado en una habitación (reseña aquí) y ya no son sólo estos subtítulos kilométicos lo que me chirría. Sin llegar a ser un libro fallido del todo, lo que parece claro es que no daba para una trilogía. Y no es porque mis dos alumnos (los únicos que han resistido a los encantos de la saga de la Torre) me hayan comentado que no les estaba gustando esta 2ª parte porque no estaba pasando nada, sino porque se aprecia que la buena idea de la primera novela tenía que haberse quedado ahí o, como mucho, haberse publicado en dos partes, aunque habrá que leer la tercera para opinar a ciencia cierta.

Lo cierto es que la historia sigue su curso: Nerea y Derek se han distanciado por las consecuencias derivadas del desmantelamiento de la secta Koruki-ya en su país (no se especifica cuál, de ahí las incongruencias en los nombres) y es verdad que hay menos acción porque se centran más en desarrollar el proceso psicológico que afronta Derek, sobre todo a raíz de la pérdida de su madre. La descompensación es evidente porque tenemos una novelita de menos de 200 páginas y el grueso principal de la obra es interno, algo excesivamente denso para un título de literatura juvenil.

Sí, seguimos con la secta antitecnológica, se nos da a conocer a una de sus líderes, una japonesa excéntrica con un séquito de dos hombres depravados y animalescos, se nos aporta una pata más a lo que era una historia de pareja con la aparición de Sam, un muchacho de dieciocho años que trabaja en la institución para jóvenes donde recluyen a Derek, y lo inverosímil inunda casi todas las páginas en lo que respecta a esa trama que nadie se cree.

No se añade nuevo a la psicología de Nerea, la que debería ser protagonista principal, ni se entiende bien que se deje involucrar tanto en una historia que la sobrepasa y más teniendo en cuenta cómo ha cambiado su vida y la de la tía Liz, al tener que estar como recluida en una urbanización a las afueras de la ciudad. De Derek hemos hablado y de la Watanabe (no recuerdo el nombre), tenemos un concentrado de datos extravagantes que tampoco la hacen nada creíble. A Sam tampoco se nos lo presentan demasiado, aunque al entrometerse entre Nerea y Derek le añade picante al asunto.

Por último, el secuestro de Derek es la culminación de algo que no se sostiene y que sin embargo da pie a una tercera parte que deberá de estar ambientada en Japón. Las prisas o el defecto en el cálculo de "metraje" de esta saga podrían explicar esta serie de defectos estructurales, empezando por no provocar el efecto deseado que evoca el título porque salvo en contadas páginas, el terror (o, al menos, la intriga) está ausente. Así que lo mejor reside en el diseño del libro, muy sugerente, como el de la primera parte.

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