(1988. Edición agotada. Edición absolute Planeta de Agostini, 35€; ECC 19,95€) |
V de Vendetta es la siguiente joya que me ha proporcionado Manu. Cómic estructurado en 10 volúmenes y con una compleja estructura interna (dividido en tres libros: Europa tras el reinado, El cabaret del vicio, -un Interludio- y La Tierra del hacer lo que te plazca, que a su vez tienen diversos capítulos), nos plantea una distopía situada a finales de los años 90 (todo arranca el 5 de noviembre de 1997: el cómic fue concebido a finales de los 70 y publicado en los 80), en una Gran Bretaña que ha sobrevivido a la III Guerra Mundial, al contrario que Estados Unidos, gran parte de Europa o África.
Después de un periodo de caos total, el partido de extrema derecha fascista liderado por Adam J. Susan toma el poder, ayudado por el ordenador central Destino. El líder controla el país a través de una organización denominada "Cabeza", que lleva a cabo un riguroso control de las comunicaciones, de las publicaciones y de casi todos los aspectos de la vida. La población, que aún sufre racionamiento, malvive bajo estas condiciones, pero no se cuestiona nada porque venían de algo mucho peor. Hasta que un terrorista enmascarado tras un disfraz de Guy Fawkes, un personaje histórico inglés que trató de atentar contra el parlamento británico y el rey en 1605, vuela el edificio del Parlamento, después de salvarle la vida a Evey Hammond, una chica de 16 años que iba a prostituirse para poder comer.
El terrorista, que se hace llamar V, nunca deja ver su rostro porque el suyo es la representación de lo que pretende: una nueva Justicia, una justicia que solo puede venir de la mano de la Anarquía. Para ello lleva a cabo un plan largamente deliberado y con el que va eliminando (quizá con excesiva facilidad y sin casi ningún obstáculo) los pilares de ese gobierno autoritario.
El plan parte de la época del campo de concentración de Larkhill (1992, 1993), en el que se llevaron a cabo experimentos genéticos con humanos y también purgaciones de población no deseada (negros, judíos, homosexuales, radicales...). Parte concretamente de la habitación número cinco (V), como sabemos a partir del diario de la doctora Delia Surridge. Poco antes los investigadores Eric Finch y Dominic descubren el plan de V, su vendetta particular, por la que ha estado eliminando a todos aquellos que participaron de sus torturas, cuarenta empleados en total, reservándose tres para el final: Lewis Prothero, la Voz de Destino y entonces el comandante del campo, el obispo Lilliman y la propia doctora Surridge.
Pero no se trata de una simple venganza, como sospecha Finch (la Nariz), sino de un plan que va más allá: destruir el estado a través de la anarquía. Para ello contará con la ayuda de Evey, a quien va a instruir por momentos de manera brutal. Estamos, pues, ante un héroe cultivado, magnético, inteligente, cercano a un superhombre por lo que le hicieron en el campo de concentración, capaz de sacrificarse por una idea (o incluso podemos pensar que por un futuro), pero que es en realidad un villano (así se nos presenta al principio), un personaje desquiciado, egocéntrico, manipulador y psicópata. Sin embargo, alberga unas justificaciones lógicas ante un estado completamente intervenido que es totalmente denunciable (aunque habrá quien justifique el orden a toda costa). Por eso el lector se posiciona a su favor, por más que en algunos momentos te des cuenta de que muchas veces no se sabe si es peor el remedio o la enfermedad.
La historia, pues, tiene los ingredientes que más le gustan a Moore: una compleja ambigüedad en el parámetro de los personajes y de las ideas y una historia con recovecos, fundidos en gris y gran dificultad para catalogar a los buenos y a los malos. Por eso quizá lo primordial es que nos encontramos con todo un ejercicio de estilo:
Desde la compleja estructura ya mencionada a algunos pasajes como el inicio del volumen cuarto, cuya lectura no es la tradicional, sino en apaisado, en el que vemos cómo V toca en el piano una canción y las viñetas forman parte de la partitura que ejecuta (en una de ellas, vemos la carta en la que a Rose, la viuda de Derek Almond, que a la postre será una de las primeras que se dé cuenta de que no quiere vivir en un mundo como el suyo, se le deniega la pensión de viudedad pese a que su marido era un empleado del partido, y esa vulneración de los derechos suena a algo bastante próximo en este país), pasando por quizá el punto culminante del tebeo, la historia de Valerie, una actriz lesbiana que conocemos gracias a la carta escrita en papel de water que lee Evey (que ha sido detenida tras haber sido recogida por un tal Gordon después de ser abandonada por V como parte de su proceso educativo) y que le da fuerzas para aguantar las torturas a las que es sometida. Cuando en el ejemplar 7 descubrimos que todo había sido un número de V, no sabemos si Evey toca con sus dedos la liberación en la azotea bajo la lluvia (qué escena tan poderosa) o si ha sido sometida a la manipulación psicológica, algo que le ocurre a Finch por la vía del LSD más adelante.
Por no hablar de que el punto de vista pasa por diversos personajes, incluyendo al Líder, que conforme transcurren los volúmenes se nos muestra cada vez más dependiente de ese amor por Destino, sin saber que V lo domina también. O por las ideas anarquistas que desprende la obra, que finaliza antes de que dé inicio el "Ordung", la época de "orden verdadero y voluntario", después de que concluya el "loco e incoherente ciclo de Verwirrung" que ha precipitado V. O por la multiplicidad de acciones que se suceden, incluyendo las tramas más secundarias de los allegados al régimen (todos despreciables, incluyendo una mención especial en esta categoría a Helen Heyer, la esposa de Conrad, que dirige el ojo) o a Finch en su investigación. O por los densos diálogos y las ideas que subyacen. O por todo lo que parece accesorio y no lo es porque enriquece el conjunto, como las citas, los títulos de los libros de la enorme biblioteca de V, los carteles cinematográficos, la música que escucha...
Aparte del colorido oscuro y tenebroso que dota a la obra de una identidad propia, otro aspecto a destacar es que en las páginas iniciales y finales suele haber técnicas como acercamientos o alejamientos de una misma escena en colores más oscuros aún que los habituales, muy cinematográficas. En último término, las arriesgadas ideas de Moore, por más que se puedan cuestionar, están enmarcadas de forma admirable, con una Evey que recoge el guante (bueno, más bien la máscara) lanzado por su tutor y completa su obra, incluyendo una futurible instrucción, pues recoge a un muchacho ensangrentado que representará el papel de alumno que a ella le correspondió. Mucha más información y de manera más extendida sobre todos los aspectos de la obra, en Zona negativa, que hacen un excelente y pormenorizado análisis en dos partes (I y II).
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