Lobo negro. Un skin. Marie Hagemann. Alfaguara (Serie roja) (07/04/11)

(144 páginas. 8,50€. Año de edición: 1998)
Narración en primera persona por parte de un chico confuso, perdido, abandonado, que está metido en el grupo skinhead (o una de sus variantes, puesto que existen varios subgrupos, como bien se explica en el glosario). Wolf, que así se llama, tiene problemas en casa (su padre, alcohólico, muele a palos a su mujer, a él y a su hermano, y violaba a su hermana, Manu, que se suicidó), no encuentra trabajo ni apoyo y esa ira que le consume la canaliza a través de la violencia de su grupo de jóvenes, que busca divertirse apaleando turcos, jays, moros, etc. Lo importante es la unidad, ese sentimiento de confraternidad que encuentra entre los skins. Por eso se abre la novela cuando se está rapando el pelo.

Algunos nazis se aprovechan de este grupo de chicos que buscan divertirse por medio de la violencia, como Scheuer o Motte, y se valen del grupo de Fried y Dolf del que forma parte Wolf. Este entabla amistad con el más joven, Andy, que proviene de una extracción social más próspera, saca buenas notas, tiene un padre que le quiere y es el único que se cuestiona toda la parafernalia nazi del compañerismo y el no objetar el orden y las órdenes. Se ve venir cómo va a acabar este personaje que cuestiona esa violencia (no digiere haber participado en el asesinato del turco del principio), ese racismo (para él, “una persona es una persona”) y consigue al final que Wolf se cuestione la irracionalidad de la parafernalia nazi, aunque sea desde la cárcel.

Directa, contundente, con un completo glosario de términos en consonancia con el tema, es muy accesible a los chicos, no plantea ningún tipo de problema su lectura. Lo que sucede con Andy, las dudas de Wolf del final, deberían ser suficiente para desterrar el atractivo que suele deparar esta ideología sanguinaria, con lo que lo adoctrinador justifica su lectura. 

Alfaguara tiene guía de lectura.

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