Seda. Alessandro Baricco. Anagrama (2010)

(128 páginas. 11€. Anagrama compactos: 8,50€. Año de edición: 1997)
"Si se sostenía entre los dedos, era como coger la nada". Esto es lo que le pasa a esta novela. Difiero en la sinopsis que propone el propio autor, porque la historia no la veo por ninguna parte. Veo un esfuerzo desmesurado en proponerse artificioso, elaborado, manierista a pesar de la parquedad y la concisión.

Personajes que no son creíbles, tanto los occidentales como los orientales, diálogos absurdos que distan kilómetros de semejarse con un asomo de verismo, con multitud de sentencias sentenciosas, vacías:
"-¿Cómo es el fin del mundo? -le preguntó Balbadiou.
- Invisible".
Como este ejemplo, todos los que se quieran. Luego, para las escasas páginas de la obra, la reiteración de estructuras, frases y expresiones es casi intolerable, como cada vez que el personaje estoico de Hervé Joncour va a Japón.

Sólo así se entiende este asomo de historia de un amor imposible junto al amor placentero y hogareño de toda la vida. Parece que mostrándote enigmático, aligerando al máximo la estructura externa (capítulos tan delgados como la propia seda japonesa, válgame la comparación reiterativa a modo Baricciano), faltando a la sintaxis (si se va a iniciar un diálogo enunciándolo con un verbo dicendi, se necesitan los dos puntos), elaborando párrafos de una línea de modo que en la primera página leemos:
"Hervé Joncour tenía treinta y dos años.
Compraba y vendía.
Gusanos de seda".
Guau. Menuda elaboración más concienzuda.

En fin. Al final lo que queda es esta historia que es como la vida de Joncour: te parece ver "el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida". Quitemos espectáculo y vida y quedémonos con el adjetivo que vale para calificar esta novela: leve.

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