Ray Donovan. Temporada 1

(Showtime. 12 episodios: 19/06/13 - 23/09/13)
En cuanto a aspecto, Ray Donovan concita una serie de requisitos que la hacen muy atractiva: la factura de producción es impecable y la nómina de actores y actuaciones lo es también. Ver a Ray en su flamante Mercedes, con su impoluta ropa, desde su atalaya de metro noventa, "desfaziendo" entuertos entre los millonarios de Hollywood es de por sí ya un estímulo. ¿Quién no envidia esa faceta de este mocetón de Bostón con raíces irlandesas? Entonces, la pregunta es por qué no acaba de romper en una gran serie cuando varios de sus ingredientes son tan interesantes.

Como digo, la producción y el reparto (empezando por el propio Ray Donovan, un imponente y sofisticado Liev Schreiber, y acabando por su padre, Mickey Donovan, fabuloso Jon Voight) son excelentes, el acabado audiovidual tres cuartos de lo mismo, y el inicio es prometedor. Sin embargo, el desarrollo no confirma las expectativas y el final tiende a ser decepcionante y deslucido. Tantos medios para contar lo que se cuenta, que es más bien poco, tirando a tópico y demasiado rebuscado. Es una demostración de que la pasta debe empezar a gastarse en buenos guionistas.

La historia arranca cuando Mickey, el padre de Ray, sale de prisión, algo que trastoca a su hijo, que no le quiere ver ni en pintura por motivos que se irán explicando más adelante. A Ray le va de lujo en su papel de "arreglador" de los problemas de los famosos de Hollywood. Ray es un tipo con influencias y con conexiones en todas partes, pese a que tan sólo cuenta en nómina con dos trabajadores: Avi (Steven Bauer, visto recientemente en Breaking Bad con acento hispano; aquí su acento ruso también resulta un poco extraño...) y Lena (Katherine Moenning, una lesbiana con problemas de ira bastante más interesante que Avi; por más que no tenga tanta relevancia, su melena desflecada y su manera de resolver los problemas son suficiente carta de presentación). 

Ray forma parte de una organización un tanto turbia encabezada por Ezra Goodman (muy bueno el papel de Elliot Gould, el que era el genial padre de Ross y Mónica Geller), un judío que está perdiendo la cabeza por culpa de un tumor cerebral. Ray no duda en acudir a métodos mafiosos para salirse con la suya. La extorsión es uno de sus recursos predilectos, de hecho. Quizá por eso por la noche tiende a desahogar sus penas en copazos de whisky a palo seco (algo así como la afición de Alicia Florrick por su copita de vino, pero a lo bestia o a lo machote man). Sin embargo, incluso esa ambivalencia del personaje, como la tiene el propio Mickey, no termina de quedar redondeada.

Ray tiene varios hermanos, a los que no les va tan bien como a él: Terence (llamado casi siempre TerryEddie Marsan le confiere una relevancia enorme a su personaje gracias al temblor de mano provocado por un combate de boxeo que no supo parar su padre y ese componente tortuoso, taciturno y honesto), que a pesar de todo dirige un club de boxeo (sufragado por Ray, eso sí), uno de los epicentros espaciales de la serie; y Bunchy (el descubrimiento para mi gusto de la serie: la actuación de Dash Mihok, desconocido para mí, es de lo mejorcito, con esa mezcla entre ingenuidad e infantilismo y arranques violentos provocados por su afición a las drogas y al alcohol), atormentado por los abusos que sufrió de niño por parte del padre Danny. Por no hablar de Bridget, que se suicidó de adolescente (el capítulo en el que los tres hermanos celebran su cumpleaños es muy bonito), y de Daryll, el gracioso medio hermano Donovan, pues Mickey lo tuvo con Claudette, quien fue su amante y el amor de su vida (la gracia está en que es negro, como lo es Claudette).

Además, se completa el cuadro familiar con su esposa Abby (Paula Malcomson), que no termina de encajarme porque por una parte quiere conocer más de su esposo y por otra cuando advierte que los métodos empleados por él son cuanto menos dudosos mira hacia otro lado, pero de una manera un tanto forzada, sin el encanto que podría haber tenido, por lo que se trata de un personaje al que le falta algo; y sus hijos Bridget (correcta Kerris Dorsey, pese a no llamar demasiado la atención en un principio), en plena adolescencia (el rollo con el vecino negro Marvin Gaye Washington no tiene el recorrido que se esperaba) y Connor (insulso Devon Bagby, lo más interesante es cuando vomita en la caja de relojes de lujo de su padre en plena borrachera).

El peor pecado de esta serie es haber desaprovechado algunos elementos que podrían haber dado mucho más juego: empezando por el tremendo actor James Woods, que aquí hace de Sully, un matón irlandés a sueldo buscado por la policía y que Ray contrata para que se cargue a su padre, y del que no termina de convencer esa mezcla de elementos heterogéneos que le caracterizan (desconfiado, absorbido por su madre, cutre, casposo, faltón, sin remordimientos, con unos compinches patéticos...); siguiendo por haber ignorado el juego que podría haber dado la loca de Ashley Rucker (la muy atractiva Ambyr Childers, que por desgracia se quedó en tan solo dos apariciones); o terminando por la chapuza de la resolución de la interesantísima trama que suponía el agente del FBI Van Miller (Frank Whaley), que además era un personaje curioso y repulsivo que daba mucho juego.

El potencial de esta serie puede dar mucho más de sí, como el conflicto Ray - Mickey, por lo que habrá que darle una oportunidad en la segunda temporada. Es entretenida, de todas maneras, y tampoco es un desastre tipo The bridge, así que se deja ver. No hay que esperar, eso sí, una obra maestra o la decepción calará hondo. Perfecta para sobrellevar el parón navideño. 

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Ahora va a llegar más famila de Ray Donovanpara complicar más las cosas, yo esta nueva temporada no me la voy a perder
Juliiiii ha dicho que…
Primera noticia que tengo de cómo será la segunda temporada de Ray Donovan. A ver qué tal...
¡Gracias por tu comentario!
Juliiiii ha dicho que…
A ver si empiezo a ver la segunda temporada.
Gracias por tu comentario, vanillastrawberry